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Actualizado: 13 de septiembre de 2024


En aquel local, donde la luz se filtraba con trabajo al través de unos cristales polvorientos resguardados por toscos barrotes de hierro, donde el olor de las pieles curtidas llegaba a producir náuseas, el viejo Calderón había ido amontonando con mecánica regularidad duro sobre duro, onza sobre onza, hasta formar algunas pilas de millón. Su hijo Julián nada había cambiado.

Desde la noche de invierno cuando la encontré caída a la orilla del camino real en Helpstone, hasta este mismo momento, se habían ido sucediendo y amontonando misterios sobre misterios, secretos sobre secretos, hasta que, con la muerte de Blair y el paquete de pequeñas cartas que tan curiosamente me había legado, el problema había asumido gigantescas proporciones.

Había vivido sin saber por qué ni para qué, amontonando peligros y aventuras sólo por el gusto de salir victorioso. Tampoco sabía con certeza qué es lo que había deseado hasta entonces. Si era dinero, había afluido á sus manos en los últimos meses con una abundancia exorbitante... Ya lo tenía, y no por ello era feliz. En cuanto á gloria profesional, no podía desearla mayor.

Por lo que me atañe, sobrellevaré tranquilamente el dolor de su pérdida; conozco eso, ; ya he puesto a una en la tumba, y continuaré amontonando y economizando dinero, como ya lo he hecho durante tanto tiempo, y eso en medio de los más profundos pesares; porque los intereses, ¿sabes? no se preocupan de lo que tiene uno dentro de la cabeza, ni de si la tristeza y la desesperación le adormecen a uno la mano; hay que pagarlos.

Cornelio se apresuró a recoger la presa, examinándola con curiosa atención, mientras Van-Horn, que pensaba más en la carne que en las plumas, encendía una alegre hoguera. El papú, que parecía contentísimo del resultado de aquel doble disparo, se puso a desplumar delicadamente una de las aves, amontonando con gran cuidado las hermosas plumas.

Después de la victoria ocultan aún con más cuidado su origen, amontonando sobre él testimonios contradictorios e inverosímiles.

El hombre respira, y yo no me ahogo; él se beneficia, y yo no me perjudico. ¿No fuera pecado mortal obrar de otro modo? Pues, señor, lo que yo digo: si el dinero no ha de servir más que para irle amontonando, o para sacar la entraña a mi vecino, vaya a la porra ese metal, que nunca debe ser metralla para nadie. ¿Se va usted enterando, señora marquesa?

Según parece, fui amontonando en él tales dificultades do ejecución, que los ingenieros norteamericanos que inventan nuevas «magias» para esta clase de obras todavía están haciendo estudios y no han podido encontrar el modo de que aparezcan en el lienzo luminoso, á un mismo tiempo y sin trampa visible, la enormidad del Gentleman-Montaña y la bulliciosa pequeñez de las muchedumbres que pueblan la Ciudad-Paraíso de las Mujeres.

Poco a poco las guineas, las coronas y las medias coronas se fueron amontonando, y Marner fue sacando cada vez menos para sus necesidades, tratando de resolver el problema de conservar bastantes fuerzas para trabajar diez y seis horas diarias, gastando lo menos posible. ¿No hay hombres que, encerrados en la soledad de una cárcel, han encontrado alguna distracción en marcar el curso del tiempo en las paredes, trazando líneas rectas de cierto largo, hasta que el aumento de esas líneas, formando triángulos, se volviera en ellas un objeto predominante? ¿No engañamos las horas de ocio o las impaciencias de la espera repitiendo algún movimiento o algún sonido insignificante hasta que esa repetición crea en nosotros una necesidad, que es el origen de un hábito?

Lo demás te lo guardará la abuela para otro caso de apuro, y cuando yo falte será para ti. Con un respeto religioso iba amontonando en el trapo blanco las deslumbrantes baratijas desordenadas por las manos del nieto. La vieja le tributaba mentalmente los mayores elogios. Su Isidro era bueno; no quería abusar de la bondad de su abuela, y la dejaba lo mejor.

Palabra del Dia

jediael

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