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Su hermano «el sabio» daba conferencias acerca de los pueblos que debía anexionarse el Imperio victorioso, tronando contra los malos patriotas que se mostraban débiles y mezquinos en sus pretensiones. Los tres hermanos restantes figuraban en el ejército: á uno de ellos lo habían condecorado en Lorena.

Cuando ha salido victorioso repetidas veces en la pelea, es sujeto á un minucioso examen con el fin de descubrir por sus señales exteriores lo que puede caracterizar su mérito: se le cuentan las escamas de los pies, se observa su figura y distribución, la tendencia é inclinación de los círculos de los espolones, y si estos se asemejan uno á otro, la forma de los dedos y uñas, y el número y colores de las plumas de las alas, siendo once el favorito.

Ha habido cien batallas sobre los cuerpos de los héroes muertos. Ulises defiende el cuerpo de Diomedes con su escudo, y los troyanos le caen encima como los perros al jabalí. Desde los muros disparan sus lanzas los reyes griegos contra Héctor victorioso, que ataca por todas partes. Caen los bravos, los de Troya y los de Grecia, como los pinos a los hachazos del leñador.

Doña Cristina recordaba los incidentes de la lucha ruidosa, en la que fué victorioso caudillo el Padre Paulí.

Detrás de su avance victorioso iban constituyéndose sociedades anónimas y sindicatos de capitalistas. En el Wall Street, los grandes capitanes del dinero recibían al viejo Craven como á un igual cuando se le ocurría perder una semana en el ferrocarril yendo de San Francisco á Nueva York.

Durante la guerra de Granada fué también motivo de público regocijo, la entrada del Pendon Real de la Ciudad, victorioso de las muchas gloriosas jornadas en que tomó parte, como se juzgará por los datos que adelante consignamos.

Don Juan había luchado mucho contra la coquetería y la astucia femeninas; había burlado a veteranas de la galantería, a beatas lagartonas, a señoras raposas, quedando siempre victorioso de sus malas artes y enredos; pero no acertó a luchar abiertamente con aquella sinceridad.

Al sentirla bajo su voluntad como un tapiz que se puede arrollar o desarrollar, con el pie, según el antojo, Ramiro hallose otra vez dueño de mismo; y su propio gesto victorioso despertó en su ánimo instintos de crueldad. Golpeó y estrujó a su amada más de una vez para arrancarla el secreto de la conspiración.

Era Magdalena, tocada en medio de una vida de frivolidades galantes y de locos escándalos por la sublimidad mística del arte y se arrojaba a los pies de El, del Maestro soberano, como el más victorioso de los hombres, señor del sublime misterio que turba las almas.

Sobre la frente inmaculada de la joven se alzaba como un nimbo el oro de la barba rizosa de Salvador, que parecía hermoso con el victorioso encendimiento de sus ojos zarcos, la sonrisa de noble ufaneza y el bizarro alarde con que amparaba a Carmen junto al corazón.