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Actualizado: 17 de junio de 2025


Así como iban llegando á los últimos límites del desaliento y la desesperación, se encogían y arrugaban. Su sombrero se hacía más grande: cada día bajaba más, hasta descansar en las orejas; el cuello de la camisa se dilataba igualmente, como si fuese á dejar escapar un pecho angustiado. Durante el almuerzo, Lewis, Castro y Spadoni sostuvieron la conversación.

La belladona tiene propiedades recomendables para tratar las úlceras corrosivas, el lupus vorax y las afecciones ulcerosas que suceden á las induraciones linfáticas, aun en el cuello del útero, lo cual ha hecho que se la recomiende en el cáncer de la matriz. En todos estos casos los bordes están endurecidos, sensibles y rubicundos, y la rubicundez se estiende y desaparece gradualmente.

Habíase puesto el cura su más hermosa casulla y su ancha faz rubicunda estaba radiante por la ternura combinada de la ceremonia que estaba celebrando y del banquete que habría de presidir en el castillo. Los sochantres, con sus caras coloradotas, salmodiaban a voz en cuello, sin temor de que se les secara la garganta, pues sabían que habrían de refrescársela después copiosamente.

Después, golpeando el suelo con el tacón y poniéndose al cuello una gruesa corbata de lana roja, descolgó de la pared una de esas capas de color verde obscuro, como las que llevan los pastores, y se la echó sobre los hombros; calose luego un sombrero de fieltro viejo y raído, cogió una estaca y exclamó: ¡No olvides lo que acabo de decirte, mujer; si no, ya verás! ¡Andando, Juan Claudio!

Aquí un alfiler; el cuello un poco más abierto para dejar ver la hermosa garganta de alabastro; algunos rizos sobre la frente saliendo al desgaire por entre las flores de azahar; pegar un botón que ha saltado... María ayudaba con vivos movimientos a sus nuevas camaristas. Todas admiraban su serenidad. ¡Y, en efecto, la joven desposada no podía mostrar un rostro más jovial en aquellos momentos!

En punto a modales no era una duquesa de tiempo de Luis XV, mas poseía en grado superlativo esa aptitud femenina, merced a la cual la muchacha que por primera vez se enrosca al cuello un collar de perlas, parece que las ha llevado toda la vida. «Bueno todo esto lo pensaba don Juan ; pues usted a una mujer así trapos, galas, joyas, ropas interiores finísimas, casa lujosa, criados, perfumes, blondas, muebles cómodos, lámparas que adormezcan la luz... y ¡a morir los caballeros!

¡Caramba, señores! ¡atención! Me quedé con la boca abierta... ¡De la raza, señores, de la raza!... Un cuerpo de joven reina... largos cabellos que desarrollan sus anillos sobre los hombros, cabellos de color moreno dorado, como una melena... un cuello blanco, carnudo, voluptuoso... la garganta no muy alta, y un poco ostentosa... eso que llamamos, en términos ecuestres, un pecho de león... Parece que respira con todo el cuerpo, tan poderosamente pasa el aire por ese organismo joven y vigoroso... hombros y brazos elegantes... las caderas poco desarrolladas todavía, pero bien formadas para la dilatación normal.

Ya el Sultán se abrasa perdidamente en el fuego mío; cuando al huir nos mire pasar por ante sus ojos y todo su poder no alcance a estorbarlo, su propio cuello se lo morderá de rabia, y para que no calme este leve sinsabor, todas las siestas le recordará su burla y nuestro amor la paloma azul, que vendrá a arrullar sobre su ventana.

Power con la pareja de compatriotas suyos que pasaba por delante de él fingiendo no verle. A la mañana siguiente se habían encontrado de nuevo. Mina subió a la cubierta en las primeras horas, mucho antes que los otros días, llevando de la mano a Karl. El pequeñuelo, apenas vio a Fernando, corrió hacia él, dejando flotar sus rubias guedejas sobre el cuello azul de su blusa marinera.

¡Toma un cuello, chicooó! díjole el vecino presentándole un cuello de gallina. «Hay un plato, señores, tesoro de un pueblo que es hoy fábula y ludibrio de la tierra, en donde han ido á meter su hambrienta cucharada los más grandes tragones de las regiones occidentales del globo...» señalando con sus palitos á Sandoval en lucha con una recalcitrante ala de gallina.

Palabra del Dia

consolándole

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