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Actualizado: 17 de mayo de 2025
Un pañuelito rojo cubría el cuello de sus blusas, y por debajo de la boina asomaban los rulos de su peinado chulesco. Al agitarse en torno de Isidro, envolviéronle en una espiral de almizcle, perfume barato del que se habían impregnado las vírgenes de la busca para mayor esplendor de la fiesta.
Y al mismo tiempo la apretó el cuello con sus tiernos brazos y la cubrió el rostro de besos. ¿Por qué lloras, mamá? preguntó sorprendido al sentir en los labios el amargor de las lágrimas. ¿No tenes nada? Toma mi corneta... Y le ofreció una de plomo que le había costado a Basilisa dos cuartos.
Sólo unos criados permanecieron junto al cuerpo del cosaco, tendido de bruces, viendo respetuosamente cómo se agitaban por última vez sus piernas, cómo se iba vaciando lentamente por el cuello, cómo se extendía una mancha negra en la nieve, que empezaba á azulear bajo la lividez del alba.
8 Y será, que la gente y el reino que no sirviere a Nabucodonosor rey de Babilonia, y que no pusiere su cuello debajo del yugo del rey de Babilonia, con espada y con hambre y con pestilencia visitaré a tal gente, dice el SE
El Mosco abrió la bolsa y sacó el hurón. La bicha llevaba al cuello un cascabelillo de sonido débil, y en una pata el cordel que la obligaba a volver a su amo. Perdiose el sutil cascabeleo bajo tierra. El señor Manolo seguía con interés la operación, puesto a gatas al lado de su hermano. Maltrana, tendido de espaldas, miraba las estrellas, el cielo de obscuro azul escarchado de polvo luminoso.
Doña Clara, que se había trenzado y arreglado entre tanto sus cabellos, permaneció largo tiempo en silencio. La reina estaba llena de ansiedad. Me casaré con ese hombre dijo al fin doña Clara. ¡Ah! ¡hermana mía! exclamó la reina arrojándose al cuello de doña Clara y besándola en la boca.
Guadalupe huía de la ostentación en los días ordinarios y se limitaba á llevar simplemente media docena de sortijas de brillantes, un reloj con pulsera de platino en una muñeca, otro igual en la muñeca opuesta y un tercer reloj más grande colgando del cuello.
Pues ya que tan atento lo ofrecéis, contestó Simón con sorna, por lo que á mí toca me contentaré con un par de eslabones de esa cadena que lleváis al cuello, que más gruesa no la he visto jamás, ni aun entre los más opulentos caballeros de Francia.
Casi se puso de rodillas, implorando su perdón; cerraba los puños como si fuera á golpearse, castigando su atrevimiento. Pero ella no le dejó seguir... «¡No, no!...» Y mientras gemía esta protesta, sus brazos se cerraron formando un anillo en torno del cuello de Ulises. Su cabeza se inclinó hacia él, buscando el abrigo de su hombro.
¡Ya comienza usted con sus concepciones patológicas! repuso el presidente . En ese caso deberíamos comenzar por examinar las facultades mentales del adjunto del fiscal. ¡Tenga usted la bondad de mirarle! El adjunto del fiscal, un joven con alto cuello postizo y fino bigote, parecido de un modo extraño al acusado, se esforzaba hacía largo rato en atraer sobre su persona la atención del tribunal.
Palabra del Dia
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