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Actualizado: 14 de junio de 2025
Bajo la impresion de esta idea, sentia que mi existencia iba á trasformarse al dejar el suelo de la patria, confiarme a la providencia del vapor, cruzar el inmenso piélago y descender sobre las costas de Europa, en busca de la luz, el movimiento, la vida intelectual y moral, los tesoros del arte, las maravillas de la industria y todo lo que constituye este caudal de las tradiciones y los triunfos de la humanidad que se llama la civilizacion europea. ¡Quién me dijera entónces que al tocar la realidad y estudiarla atentamente, muchas de mis ilusiones se disiparían; que este viejo mundo me habría de parecer muy inferior á lo que los libros me lo habian hecho soñar; y que al comparar á la pobre y atrasada pero hermosa Colombia española con la opulenta y refinada Europa, mi espíritu, mejor esclarecido, acabaría por estimar infinítamente mas al pueblo del Nuevo Mundo, á quien, á pesar de los defectos heredados, la democracia ha ennoblecido y adelantado, relativamente al tiempo, mucho mas que las instituciones aristocráticas á las sociedades europeas.
Esta mañana, en la Catedral, mientras esperaba mi vez para confesarme y estaba meditando sobre los proyectos de la abuela, preguntándome si debía confiarme o no a mi confesor, fui distraída de mis pensamientos por un murmullo molesto.
A veces formo el propósito de confiarme a él, de hacerle leer lo que escribo. ¿No es lo mismo que le digo de palabra todos los días? Pero, no sé: tengo vergüenza y miedo. Hay momentos en que hasta me parece que hago mal con escribir estas memorias. Camila Sesgondi me hizo venir la primera vez, en el colegio, esta idea de escribir nuestra vida, pero nunca empezamos.
Yo tengo muy holgachón el criterio, y te absolveré de todo, sin que mi absolución te valga para nada. Pero si quieres confiarme algún hondo secreto como a tu mejor amigo, empieza, que te escucho. Lo que tengo que confiar a Vd. es una gravísima falta mía, y me da vergüenza... Pues no tengas vergüenza con tu padre y di sin rebozo.
Tragomer recordaba que lo único que se podía reconocer en la cara destruída de la muerta era una boca que dibujaba con sus blancos dientes una sonrisa siniestra. Juana Baud tenía la misma boca que Lea Peralli. ¿Quiere usted, dijo Tragomer, confiarme esta fotografía? Me haría usted un buen servicio. Me comprometo á devolvérsela á usted antes de dos días.
Pareció dudar si me diría una cosa, que por fin no se atrevió a confiarme. Elena, he contado con usted para recobrar esas cartas. ¡Conmigo! ¿Qué puedo yo hacer?... Creo que si usted hubiera insistido... He insistido respondió nerviosamente. He hecho más... he ido a su casa a pedírselas. ¡Oh! Luciana... Sí, una mañana dí ese paso insensato e inútil, sin saberlo mi madre.
Yo esperé que tú me sirvieras en este negocio; pero con la necedad de tus celos no has hecho nada. ¿No sabes cuál es mi proyecto ahora? Confiarme a lord Gray, revelarle todo, suplicándole que me facilite lo que tanto deseo.
¡El miserable! rugía yendo de un lado a otro de la habitación. ¡Cuán loca he sido! ¡Entregarme a él, creerle un hombre, confiarme a su amor, perder la tranquilidad y la única familia que me resta!... ¿Por qué no me dejó marchar sola?
Guardó silencio por un momento, trató de decir cualquier cosa, y luego, arrepentido y más vacilante que nunca, se acercó al juez y le tendió la mano. ¡Si usted supiera, señor le dijo con voz insegura y sumisa, qué tumulto de sentimientos agita mi corazón, cuánto miedo tengo de hablar, cuánto necesito confiarme a su indulgencia, a su discreción, para decirle lo que tengo que decirle!
Entonces, ¿es ella? dijo extendiéndome la mano. Una oleada de sangre me subió al corazón; a la primera ojeada comprendí que tenía delante de mí a un amigo, a quien podría confiarme sin reserva. ¡Quiera Dios que haya usted venido en el buen momento! continuó él. De todos modos, vamos a saberlo ahora mismo. Llévame a su lado, Roberto; sin duda la cosa no es tan grave.
Palabra del Dia
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