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Actualizado: 11 de mayo de 2025


Aconteció, pues, que cerca ya del oscurecer en el siguiente día entraba yo con toda tranquilidad en casa de doña Flora, cuando esta, Amaranta y su hija saliéronme al encuentro con gran sobresalto y alarma. ¿No sabes lo que ocurre? dijo doña Flora . El bribón de lord Gray ha cargado con la santa y la limosna. La Asuncioncita ha desaparecido anoche de la casa.

Dió dos ó tres vueltas por la sala. Vió dos ó tres veces á su mujer. Cada vez le pareció más hermosa y más inocente. Pero, señor, ¿y lo que yo mismo he oído? se dijo. Y volvió á dar otras dos ó tres vueltas. ¡Luisa! dijo al fin. ¿Qué queréis? respondió tranquilamente su mujer. ¿Ha estado alguien aquí? Ha estado Cosme Aldaba. ¡Ah! ha estado ese bribón de Aldaba. ¿Y qué quería?

Estoy seguro de que la has visto. ¡Mi hija también la ha visto! ¡el doctor también! todos, en fin, ¡menos yo! Ve a buscármela y te haré rico. Mantoux respondió: Puedo jurar al señor duque que no dónde está la señora Chermidy. ¡Dímelo, bribón! no se lo contaré a nadie: esto quedará entre los dos... Si no me lo dices esta noche, te haré cortar la cabeza añadió en tono de amenaza.

Llegó Claudio Molinos, bribón consumado, especie de baratero político que en aquel tiempo alcanzó gran boga, y era, según la voz pública, el galeoto del Gobierno en sus enjuagues de mala ley, y el reclutador y generalísimo de la partida de la porra.

Luego encrespándose de pronto: Es un bribón ¿sabes? un sinvergüenza, que no sabe siquiera guardar el decoro de su mujer. La mayor parte de los días la espera a la salida de San Pascual y la acompaña a pie hasta su casa. En el teatro no le quita los gemelos de encima. ¡Una porquería! Aunque sea un mal marido, que tenga dignidad. Y la pánfila de mi hija, loca, perdida por él. ¡Has visto qué imbécil!

En fin, Jaime siguió el aldeano encogiéndose de hombros, si me la había de llevar otro bribón, más vale que seas . D. Jaime rió también la gracia: estaba para reírlo todo.

Se murmuraba mucho de él entre las menestralas, con motivo del lance de Valentina, se le llamaba falso, traidor, bribón; pero todas ellas, hasta las mismas amigas de la víctima, le admiraban, le adoraban en secreto, y hubieran caído a pocos embates en sus brazos, por más que juraban y perjuraban que era bien tonta la que hacía caso de aquel miquitrefe.

¿Qué es? ¿hablarás, perro? Capitán... está en la cala... Ya lo . ¿Por qué no ha subido, bribón? ¡Ah! ¡caramba! capitán... es que está muerta... ¡Muerta! ¡muerta! dijo Kernok palideciendo; y por la primera vez su rostro expresó el dolor y la angustia.

Entre tanto el cocinero del rey murmuraba abstraído y pensativo: Es muy posible que sea verdad cuanto ese bribón me ha dicho; yo no me fío de ninguno; un negocio redondo por otra parte, mil quinientos doblones de ganancia, como quien dice, de una mano á otra; pero el asunto es demasiado grave, y la prudencia aconseja no meterse de frente en él... mi sobrino postizo es hombre, según dice mi hermano, capaz de meter un palmo de acero al más pintado, y don Rodrigo Calderón, está en el banquete del duque... después se encerrará en su despacho, y saldrá allá muy tarde por el postigo... ¡Ah, señor sobrino! os voy á procurar una buena ocasión... una ocasión que os hará hombre.

Te digo, Vauberger replicó la mujer, que si lo hubieras visto vaciar su garrafa, se te hubiera partido el corazón... Y mira, si yo creyera que piensas lo que dices, cuando exclamas con la negligencia de un cómico «si se mata lo enterrarán...» Pero no lo puedo creer, porque en el fondo eres un hombre, aunque no te gusta ser perturbado en tus hábitos... Piensa, pues, Vauberger... ¡no tener fuego ni pan!... Un muchacho que ha sido alimentado con tan buenos manjares y criado entre pieles como un príncipe. ¿No es esto una vergüenza, una indignidad, y no es un bribón el gobierno que permite semejantes cosas?

Palabra del Dia

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