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Actualizado: 28 de junio de 2025
Y la besó callada y blandamente entre el rizo y la oreja. Cristeta levantó la cabeza, mostrando involuntariamente los ojos llenos de felicidad. Juan había pronunciado aquellas palabras con una expresión nueva, desconocida para ella, y aquel beso fue más casto, más sincero, menos egoísta que los dados en otro tiempo por los mismos labios.
El pobre muchacho, con las manos en los bolsillos y la cabeza caída sobre el pecho, no dijo una palabra. El comandante, después de contemplarle unos momentos con expresión compasiva, le puso blandamente la mano sobre la espalda y le preguntó, con esa aspereza cariñosa, tan propia de los hombres que han educado sus afectos entre los rigores de la ordenanza militar: ¿Duele, amigo?
En la suave sombra del retiro hallé la paz, la paz que a un mismo tiempo nos ablanda y fortalece, y que mira tranquila los golpes de la suerte como el santo mira los sepulcros. ¡Dulce olvido de la marcha del tiempo, suave alejamiento de los hombres, que llevas a amarlos más que su trato!, tú sacas blandamente de la herida el dardo que en el alma clavó la injusticia.
La dulce respiración de la Princesa y sus cabellos de oro acariciaban blandamente la cara de Pacorrito, haciéndole cosquillas y causándole cierta embriaguez. La mirada amorosa de la gentil dama ó un suave quejido de cansancio acababan de enloquecerle. En lo mejor del baile, los monos anunciaron que la cena estaba servida, y al punto se desconcertó el cotarro.
El mar se rizaba blandamente sonriendo a la privilegiada villa, y el sol asomaba majestuosamente su disco por detrás de las olas, dispuesto a dar gusto siquiera una vez en su vida a los honrados peñascos. Porque desde tiempo inmemorial se sabía que apenas se preparaba una fiesta en Peñascosa, el sol tomaba las de Villadiego y dejaba que las nubes diesen buena cuenta de ella.
Entre sus manos robustas Una guitarra se mira, Que blandamente suspira Como querella de amor, Y mientras ruge en los cables El pampero embravecido, De su guitarra al sonido Entona aquesta cancion. "Es mi goleta el cisne de este rio Que tiende el ala cuando brilla el sol: Es en el puerto libre como el viento Y en altos mares libre como yo.
La condesa de Trevia estaba en aquel instante bellísima; porque sus ojos grandes, rasgados, se cerraban blandamente con la expresión de un placer celestial; porque sus mejillas de rosa, acariciadas por las blancas y carnosas hojas de la magnolia, brillaban y temblaban de gozo; porque sus cabellos castaños, sedosos, le caían con cierto desorden sobre la frente; porque inclinaba la cabeza dejando ver el principio de una espalda de alabastro; porque estaba empinada graciosamente sobre la punta de sus pies inverosímiles.
Era una cálida mañana de verano. La sombra de los árboles de ramas extendidas como una inmensa cortina tamizaba los rayos del sol, la atmósfera tibia y húmeda tenía una dulzura penetrante, hundíanse los pies blandamente en el espeso musgo que algodonaba el suelo, y solamente los pajarillos ponían sus notas melancólicas y tiernas en el silencio de los bosques.
No obstante, en ocasiones, esas aguas verdes y cenagosas se rizan blandamente al soplo de la brisa, lo mismo que el lago más hermoso, y a veces también, en la hora del medio día, estando el cielo límpido, despiden vivos y gratos reflejos azules. Le pasa al estanque lo que a las mujeres feas; todas ellas tienen instantes, posturas o movimientos agradables.
Ella misma le había dado la llave de la caja, diciéndole muy acaramelada y blandamente: No quiero hacerte de menos, hijo; tú eres aquí el amo; para eso eres el mayor, un hombre de carrera, tan cabal y buen mozo....
Palabra del Dia
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