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Actualizado: 28 de junio de 2025


Y mientras duraba el almuerzo, unos indios, descalzos y en sus trajes de lona, puestos en tierra sus sombreros de palma, tocaban, bajo otro paradorcillo más lejano, dispuesto para ellos, unos aires muy suaves de música de cuerda, que blandamente templada por el aire matinal y la enredadera espesa, llegaba a nuestros alegres caminantes como una caricia. Adela solo reía forzadamente.

El viento movía blandamente el ala de su chambergo y levantaba leves nubecillas de polvo que los cascos del azulejo removían aún de entre el césped, de tal modo era enérgica la fuerza con que los golpeaba.

La ira contenida de Don Carlos se exhala entonces sin freno; intenta matar al duque de Alba, que le es profundamente antipático por el favor que el Rey le dispensa, y su padre, sin embargo, en vez de mostrarse con él justiciero, lo exhorta y aconseja blandamente, hasta que al fin se ve obligado á aprisionarlo para evitar nuevos y mayores delitos.

Una angustia deliciosa me oprimía el pecho blandamente. Sentía escalofríos de anhelo y voluptuosidad, cual si me hallase a las puertas mismas de la dicha. Pasado aquel extraño transporte, que debe achacarse en gran parte a la material impresión del movimiento, me sentí tranquilo; pero me confesé ingenuamente que estaba enamorado de la monja sevillana mucho más aún de lo que había imaginado.

Mozos pálidos y sudorosos, como si fuesen a morir, avanzaban hasta el «paso», con el sombrero perdido, el chaleco desabrochado, apoyados blandamente en los hombros de los camaradas, y entonaban una «saeta» con voz de agonizante. A la entrada de la calle, en las aceras de La Campana, quedaban tendidos de bruces varios «macarenos», como si fuesen los muertos de esta gloriosa expedición.

El uno valía para vencer y reducir á la obediencia á los rebeldes; el otro para gobernar sabia y blandamente á los sumisos. Con esto se aquietaba Doña Antonia y vivía en santa y dulce paz con su hija, á quien había enseñado todas sus habilidades caseras, reconociendo la maestra, sin envidia y con júbilo, que casi siempre se le aventajaba ya la discípula.

Se puso en pie, llegó donde estaba Pepita y la levantó entre sus brazos, estrechándola contra su corazón, apartando blandamente de su cara los rubios rizos que en desorden caían sobre ella, y cubriéndola de apasionados besos. Alma mía dijo por último don Luis , vida de mi alma, prenda querida de mi corazón, luz de mis ojos, levanta la abatida frente y no te prosternes más delante de .

Rosas, empero, resistía blandamente, mañosamente. «No es para hacer uso de ellas decía , sino porque, como dice mi secretario García Zúñiga, es preciso, como el maestro de escuela, estar con el chicote en la mano para que respeten la autoridadLa comparación ésta le había parecido irreprochable y la repetía sin cesar. Los ciudadanos, niños; el gobernador, el hombre, el maestro.

Al oír la aparición del pájaro verde, la Princesa se llenó de júbilo, y al escuchar su salida del agua convertido en hermoso Príncipe, se puso encendida como la grana, una celestial y amorosa sonrisa vagó sobre sus labios, y sus ojos se cerraron blandamente como para reconcentrarse ella en misma y ver al Príncipe con los ojos del alma.

Y el vasco y la valerosa amiga cruzaron las manos y alzaron blandamente en el improvisado trono a la enferma, que se dejó ir como un cuerpo inerte, recostando la cabeza en el cuello de Lucía y humedeciéndoselo con el viscoso sudor de la calentura.

Palabra del Dia

rigoleto

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