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Actualizado: 28 de junio de 2025
Salvador, incapaz de contener por más tiempo en su corazón la marejada viva de sus tormentos amorosos, se los había confiado a la anciana Rita, en una buena hora de alivio y descanso, llevado a la intimidad, blandamente, por el afecto y confianza que le inspiraba la excelente mujer, y por el agobio violento de su carga de pesares.
Pero sus fuerzas estaban agotadas con tanta menuda y enfadosa ocupación, y gozaba con voluptuosidad de un corto momento de reposo, en espera del trajín del día siguiente. Caíansele ya blandamente los párpados, cuando se abrió la puerta con violencia, haciéndole dar un brinco en la butaca.
La criada se deslizó blandamente por los oscuros pasillos y el ama entró en la alcoba. Al ver a su marido, sintió como si lo que está a cien mil leguas de nosotros se nos pusiera al lado de repente. Maxi había dado vueltas en el lecho y dormía como los pájaros, con la cabeza bajo el ala.
Sentéme, pues, y adormí los ojos para disfrutar voluptuosidad tan suave, cuando sentí entre las hojas algo que pasaba y bullía: tendí la vista curioso en derredor, y vi, pasmado, una de las palomas del ajimez misterioso que blandamente me rondaba casi hasta besarme con su pluma, sin azorarse por mi presencia.
De vez en cuando le corría un estremecimiento por el cuerpo; la roja colcha de damasco que le tapaba se agitaba blandamente como si entrase por las ventanas un soplo de aire: otras veces daba súbito una vuelta y abría los ojos desmesuradamente y tornaba á cerrarlos con cierta precipitación nerviosa; más tarde extendía los brazos y se escuchaban crujir los huesos y lanzaba un fuerte suspiro que le dejaba aniquilado.
Entendiéndolo así Leto, a una señal muy expresiva y cuatro palabras enérgicas enderezadas a Cornias, fue el balandro recogiendo todas sus lonas, como la gaviota sus alas al posarse blandamente sobre la onda marina.
¡Ay de la vírgen morena que al pié de la ingente roca contra la que brava choca, rompiendo espumas la mar, sin miedo acercarse mira la nave que blandamente, mueve la brisa indolente la azul llanura al rizar!
Su existencia era dichosa, ¿convenía hacerla insoportable por continuas alarmas y sacudidas? ¿No era mejor dejarse llevar blandamente por la corriente del río, en vez de remar con furia para abordar á orillas sembradas de peligros? ¡Ah! Durante aquellos momentos en que dejó hablar á su razón de hombre de mundo, Marenval se vió muy perplejo y pudo echar sobre su destino de perfecta claridad.
Varias veces golpeó Gallardo el suelo con un pie para incitar a la bestia, y ésta, por fin, acometió blandamente, pasando apenas bajo la muleta, pues el torero se apresuró a apartarse con visible precipitación. Muchos se miraron en los tendidos. ¿Qué era aquello?... El espada vio a su lado al Nacional y algunos pasos más allá a otro peón de la cuadrilla, pero no gritó «¡Fuera too er mundo!»
Conocida la malicia de semejante embajada, aunque se contestó blandamente y con razones que requerían el alojamiento de la gente, se previnieron las guardias, sabiendo por un cautivo cristiano escapado cómo toda la gente de la isla estaba unida con pensamiento de dar la batalla juntamente con los turcos que había en el castillo.
Palabra del Dia
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