Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 21 de junio de 2025


Pero ella no quiso oír estas palabras. Se metió en la cama y apagó la luz. Sus ojos quedaron abiertos en la oscuridad. Las horas, sonando con sus cuartos y medias melancólicamente en el reloj de la catedral vecina, no consiguieron cerrarlos. Eran dos lámparas misteriosas que sólo daban luz hacia dentro, alumbrando mil cosas siniestras y punzantes.

Volvió a cerrarlos. Pero haciendo al cabo de algunos instantes un esfuerzo para incorporarse, dijo con voz más firme: Para que la vida en otro mundo me fuese soportable... sería forzoso que trasformasen mi ser por completo... Mi carácter por sólo bastaría para aburrirme... Déjeme usted reposar en paz... Deje usted, padre, que se destruya el error fundamental de mi existencia... Ni yo ganaría nada con perpetuarme... ni el Universo tampoco... Ahí quedan otros millones de seres encargados de sostener el fardo de la vida.

No ha sido Jacobo Rodney quien ha hecho eso, maese Marner dijo el tabernero . No hay por qué sospechar del pobre Jacobo. Quizá hubiera que arreglar una cuentecita con él a propósito de una lucha o dos, si uno hubiera de estar siempre con los ojos bien abiertos y no cerrarlos nunca. Pero Jacobo ha estado toda la tarde bebiendo aquí su jarro de cerveza, como la persona más honorable de la parroquia.

Abrió los ojos y volvió á cerrarlos repetidas veces después de mirar á Ra-Ra y al gigante. ¡Oh, miss Margaret! suplicó Edwin . No se muera. ¿Qué haré yo en el mundo si usted me abandona?... Y el pobre coloso tenía en su voz el mismo tono desesperado del pigmeo Ra-Ra.

Cerráronsele los ojos de golpe; volvió á abrirlos y volvió á cerrarlos. Al cabo de algunos instantes torna á abrirlos é inmediatamente se le cierran. Esta vez ya no los abre. Los ruidos matinales que antes se escuchaban se habían ido trasformando poco á poco. Oíase ahora el andar acompasado de los transeuntes y los saludos que al pasar se dirigían.

Ardíame la sangre que momentos antes era hielo desleído; zumbábanme las sienes, y el corazón no me cabía en el pecho; abrí otra vez los ojos, y tuve que cerrarlos de repente, porque los sentí deslumbrados por las mismas llamas infernales que me abrasaban el rostro.

Me daba gusto contemplar aquel trabajo de hadas bienhechoras. Mi tío, sofocado por la tos, despertaba algunas veces de su letargo, abría los ojos, clavaba en nosotros su mirada entorpecida y voraz, y volvía a cerrarlos enseguida para caer de nuevo en su modorra.

El lecho desordenado guardaba todavía la huella de su cuerpo... Recordó entonces, como una de esas visiones pálidas de la mañana que animan las últimas horas del sueño, el paso de un cuerpo sobre el suyo con suave precaución; un beso de despedida que le había hecho entreabrir los ojos, volviendo á cerrarlos; el ruido de una puerta...

Y cayó vencido por el sueño, como si se esparciese por todo su cuerpo el sopor de un narcótico. Cuando despertó, tuvo inmediatamente la certidumbre de habar dormido muchas horas. El sol estaba alto, y al abrir los ojos se vió obligado á cerrarlos inmediatamente.

Un amigo fiel acababa de traer el aviso. La muchachita tísica arrojó el cigarro, escapando con un temblor cerval, que aún hacía más angustiosa su tos. La beoda abrió los ojos, miró en torno y volvió á cerrarlos, murmurando: ¡Que vengan! En la comisaría se duerme lo mismo que aquí. Elena se apresuró á huir.

Palabra del Dia

ayudantes

Otros Mirando