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Actualizado: 20 de julio de 2025


El joven se puso la daga y la espada en el talabarte, y dió las gracias al alcaide. Perdonad, caballero dijo el alcaide al ver que los dos esposos seguían hacia la puerta ; pero quisiera que antes de salir miráseis esta cuentecita. Y presentó un papel á don Juan.

Llevado de su honradez y delicadeza, rogó al doctor que antes de partir le pasase... «Ya usted me entiende... la cuentecita de sus honorarios». Golfín se deshizo en cumplidos. «Tiempo habrá... ¿qué prisa tiene usted?... En fin, como usted quiera...». Y el gran economista, al salir con su hijo, pesaba en la balanza de su mente los términos de aquel enigma aritmético que pronto se había de revelar. ¿Qué tipo regulador o qué tarifa le aplicaría? ¿Le consideraría como pobre de solemnidad, como empleado alto, como rentista bajo o como burgués vergonzante y pordiosero?

Las hiperbólicas alabanzas que D. Francisco hacía de Golfín la llevaban como por la mano a otro orden de ideas, y arrugando el ceño, ponía cara de pocos amigos. «Cuando pienso en la cuentecita que me va a poner esta Santa Lucía con gabán decía , me tiemblan las carnes.

No ha sido Jacobo Rodney quien ha hecho eso, maese Marner dijo el tabernero . No hay por qué sospechar del pobre Jacobo. Quizá hubiera que arreglar una cuentecita con él a propósito de una lucha o dos, si uno hubiera de estar siempre con los ojos bien abiertos y no cerrarlos nunca. Pero Jacobo ha estado toda la tarde bebiendo aquí su jarro de cerveza, como la persona más honorable de la parroquia.

Yo no juro nada respondió Marcos, cuyas tostadas mejillas adquirieron súbitamente un pronunciado color rojizo . Dejo aquí cuanto tengo: mis bienes, mi mujer, mis compañeros, Catalina Lefèvre y , mi más antiguo amigo. Si no vuelvo, seré un traidor; pero si vuelvo, Juan Claudio, me explicarás lo que acabas de decirme, y arreglaremos esa cuentecita entre los dos.

Quite usted, quite usted... Eso lo dice por disimular. ¡Sabe Dios las misericordias que usted, a la calladita, habrá hecho en este mundo, con esta misma Mauricia tal vez...! Y ahora me las quiere colgar a . ¡Yo!... ¡Jesús! No digo que no tenga yo también algunas buenas obras en mi cuentecita del cielo; ¡pero compararme con usted...! Calle por Dios, señora.

Y por las trazas, debe tener buen diente y un estómago como las galerías del Depósito de aguas... ¡Ay, Dios mío!, ¡qué egoístas son estos curas...! Lo que yo debía hacer era ponerle la cuentecita, y entonces... ¡ah!, entonces que no se volvía a descolgar con invitados, porque es Alejandro en puño y no le gusta ser rumboso sino con dinero ajeno».

Palabra del Dia

godella

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