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Actualizado: 29 de junio de 2025


¡Un peligro! exclamó la de Ribert, contenta al ver al cura habérselas con la abuela. ¿Dónde ve usted ese peligro? Un peligro desde el punto de vista del matrimonio, se entiende explicó el sacerdote. Involuntariamente, al armar a las muchachas para el famoso struggle for life, las armamos contra el matrimonio. En el día en que sienten verdaderamente que son alguien, saben por esto mismo razonar.

Miren vuestras mercedes también cómo el emperador vuelve las espaldas y deja despechado a don Gaiferos, el cual ya ven como arroja, impaciente de la cólera, lejos de el tablero y las tablas, y pide apriesa las armas, y a don Roldán, su primo, pide prestada su espada Durindana, y cómo don Roldán no se la quiere prestar, ofreciéndole su compañía en la difícil empresa en que se pone; pero el valeroso enojado no lo quiere aceptar; antes, dice que él solo es bastante para sacar a su esposa, si bien estuviese metida en el más hondo centro de la tierra; y, con esto, se entra a armar, para ponerse luego en camino.

Ciertamente; si al rey don Felipe no se le hubiera ocurrido armar la Invencible y enviarla á saludar á la reina de Inglaterra, la tempestad no hubiera deshecho la armada; no hubiera ido un jinete al Escorial á dar al rey la nueva del fracaso; la duquesa de Gandía no hubiera ido al cuarto de la infanta doña Catalina, ni el duque de Osuna al coro en busca del rey; no se hubieran encontrado, pues, á obscuras duquesa y duque; no hubiera nacido Juan, y no existiendo Juan, al soltarme de San Marcos me hubiera yo ido á Nápoles en vez de venirme á Madrid, y no me hubiera encontrado con la buena, buenísima hija del duque de Lerma: ni ella me hubiera dado la carta de la camarera mayor para su padre, ni por consecuencia, hubiera yo encontrado en el zaguán del duque á Juan Montiño, ni hubiera salido por el postigo de la casa del duque después de haber hablado con su excelencia, ni hubiera encontrado á Juan Montiño, que me acometió equivocándome con don Rodrigo, á quien esperaba para matarle, y si yo no hubiera estado allí cuando don Rodrigo salió, Juan Montiño muere; porque Francisco de Juara, que guardaba las espaldas á don Rodrigo, no se hubiera encontrado con mi espada, hubiera dado un mal golpe por detrás á nuestro mancebo, mientras don Rodrigo le entretenía por delante.

-No esperaba yo menos de la gran magnificencia vuestra, señor mío -respondió don Quijote-; y así, os digo que el don que os he pedido, y de vuestra liberalidad me ha sido otorgado, es que mañana en aquel día me habéis de armar caballero, y esta noche en la capilla deste vuestro castillo velaré las armas; y mañana, como tengo dicho, se cumplirá lo que tanto deseo, para poder, como se debe, ir por todas las cuatro partes del mundo buscando las aventuras, en pro de los menesterosos, como está a cargo de la caballería y de los caballeros andantes, como yo soy, cuyo deseo a semejantes fazañas es inclinado.

Santiago, si puedes darme pruebas de lo que dices, ¡por el dedo pequeño del pie de San Bernardo!, la aduana y el señor gobernador de Cádiz te darán más escudos que los que necesites para armar y equipar un buen buque de tres palos y hacer viajes a Méjico.

Está conforme conmigo, y por fin me ha revelado un secreto: ha escrito un drama y lo tiene en el Español; y como se represente, el exitazo es seguro. La noche del estreno pienso ir con todos mis amigos para armar un alboroto y llamar al autor a la escena lo menos cuarenta veces. Me quiere leer la obra y yo le he dicho que me la deje allí.

Se oía ya el ruido de los remos que batían el agua cadenciosamente. Cinco Credo. ¡Válgame Dios! es que la voz, la gruesa y terrible voz de Kernok resonaba en los oídos de los españoles. ¡Oh! ¡oh! decía el pirata , se pone al pairo, arría su pabellón, el bribón está atemorizado; ya es nuestro. Zeli, haz armar la chalupa y la canoa grande; yo voy a hacerme cargo de cómo está aquello.

Pues yo no me escapo replicó el joven con resolución. No he cometido ningún delito. D. Andrés, por los clavos de Cristo, se esconda... Mire usted que no sabe a lo que se expone. Estos paisanos son muy ladinos y le van a armar una trampa. Nada, nada; no me escapo.

Nosotras hacemos cigarros, ¿eh?, pues bien regular es que nos abonen lo nuestro. No, y apuradamente no es ley de Dios esa desigualdá y esa diferiencia de unos zampar y ayunar otros. Lo que es yo, mañana, o me pagan, o no entro al trabajo. Ni yo. Ni yo. Si todas hiciésemos otro tanto... y si además nos viesen bien determinadas a armar el gran cristo....

Después, tosió dos o tres veces, en testimonio de hallarse satisfecho. Apesar de la cautela y del espacio que Carlitos se tomó para armar la máquina, y a despecho de los graves y sensatos consejos que su padre le iba dando, y que él respetuosamente seguía, cuando de nuevo se hizo el café, salió tan malo como la vez anterior. Fue necesario apelar a la antigua maquinilla.

Palabra del Dia

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