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Es el primer jinete de la República Argentina, y cuando digo de la República Argentina, sospecho que de toda la tierra, porque ni un equitador ni un árabe tiene que habérselas con el potro salvaje de la Pampa.

¡Un peligro! exclamó la de Ribert, contenta al ver al cura habérselas con la abuela. ¿Dónde ve usted ese peligro? Un peligro desde el punto de vista del matrimonio, se entiende explicó el sacerdote. Involuntariamente, al armar a las muchachas para el famoso struggle for life, las armamos contra el matrimonio. En el día en que sienten verdaderamente que son alguien, saben por esto mismo razonar.

Suponga V. á un hombre siempre en movimiento mal de su grado; siempre habiéndoselas con la policía ó recelando tener que habérselas; preocupado el entendimiento por aspiraciones políticas; y con el corazon constantemente en el pais de que su mala suerte le aleja; y dígame en conciencia si tal hombre es ni puede ser nunca viajero aunque mas tierras corra que el mismísimo Judío Errante.

Usted puede bajar, si gusta; lo que es mi marido no se mete ahí, y tiró de valerosamente hácia la plaza de la Concordia. Mi hombre no se atrevió á habérselas con una señora, y tuvo que capitular, bien á pesar suyo. Si mi mujer no se convierte en casa de asilo, me coge y me empaqueta en la máquina de cristal, como me llevó casi en vilo á colocarme sobre la baranda del Panteon.

Había en el establecimiento un criado gallego, mozo de veinticinco años a lo sumo, alto, grueso, fornido, del cual se contaba entre los chicos que había levantado dos hombres con los dientes y otras proezas; con éste determinó de habérselas nuestro capellán.

Desde que tenía que habérselas con Sorege desconfiaba de todo. Sospechó que la americana servía inconscientemente de cómplice al hombre de las miradas ocultas y que aquella prueba había sido preparada como un lazo.

Engañado por mi aspecto el duque de Lerma, creyó habérselas con un frailuco, que por casualidad pertenecía á la orden de Predicadores... creyó que yo sería en sus manos un instrumento ciego... hoy acaso le pesa... hoy tal vez piensa en desasirse de á cualquier precio... pero esto importa poco... ellos no habían comprendido cuánta firmeza ha dado el sufrimiento á mi alma; ellos no creían que había en tal fuerza de voluntad; al conocerme... porque la debilidad del rey me ha descubierto ante ellos... han probado todos los medios: la ambición... los honores... me han encontrado humilde siempre: han venido á con una mitra en la mano, y yo la he rechazado; me han enviado á mi celda ricos dones, y los dones se han ido por donde habían venido: han tentado con todas las tentaciones al frailuco, y el frailuco las ha resistido como San Antonio resistió las del diablo en el yermo. ¿Y sabéis por qué, cansado de esta lucha sorda, no he ido á buscar la obscuridad de mi antigua celda?

Por muy dueño que fuese de mismo, Sorege se estremeció al oir aquel nombre. Su cara se cubrió de palidez y, casi en voz baja, replicó: En el juego que él hacía era imposible ganar. Tragomer, entonces, sacudió la cabeza y dijo con voz firme: Sobre todo cuando hay que habérselas con adversarios que señalan las cartas...

Todo eso, aunque no lo quisiera decir aquel gesto, entendió la Regenta; y se resignó a habérselas otra vez con Mesía sin el amparo del Provisor. No hablaron más. Se detuvo el carruaje; el Magistral se levantó y saludó a las damas. La Regenta le sonrió como hubiera sonreído muchas veces a su madre si la hubiera conocido.

Otros peregrinos se han presentado por aquí, que se han aprovechado muy mal de nuestras generosas lecciones, moviéndonos a arrepentirnos de habérselas dado. No se han servido de ellas con el desinterés y la abnegación indispensables para que den buen fruto, sino con malvado egoísmo, para engañar al prójimo y seducirle.