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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Tres noches de peligros, noches solemnes y sombrías, tuvieron á todos los pasajeros en ansiedad, aunque al venir el dia los espíritus se tranquilizaban y el buen humor volvía. La noche multiplica siempre la gravedad de las impresiones, y es el sol con sus eternas alegrías el que hace palpitar el corazon de esperanza y placer.
Pensaba en su familia, que vivía allá en la Marina una existencia de continua ansiedad viéndole á bordo de un buque acechado por irresistibles amenazas. Pensaba también en las esposas y las madres de todos los hombres de la tripulación, que sufrían idénticas angustias.
Ya está más tranquila, ya no se mueve.... Me estoy mirando... ahora. ¡Qué linda eres! Ven acá, niña mía añadió el ciego, extendiendo sus brazos. ¡Linda yo! dijo ella llena de confusión y ansiedad . Pues esa que veo en el estanque no es tan fea como dicen. Es que hay también muchos que no saben ver. Sí, muchos. ¡Si yo me vistiese como se visten otras!... exclamó la Nela con orgullo. Te vestirás.
El terrible instante se aproximaba. La ansiedad era general, y no digo esto juzgando por lo que pasaba en mi espíritu, pues atento a los movimientos del navío en que se decía estaba Nelson, no pude por un buen rato darme cuenta de lo que pasaba a mi alrededor. De repente nuestro comandante dio una orden terrible. La repitieron los contramaestres.
La joven le leyó, se dominó, se puso pálida, y miró con una elocuente ansiedad á la reina. Sí, sí; ve amiga mía dijo la reina ; pero no te olvides de decir á doña Juana que la espero para volverme á mi cámara. Doña Clara se arrojó á los pies de la reina, y la cubrió las manos de besos y lágrimas. Luego se levantó y dió á correr, como una loca, hacia sus habitaciones.
»Luis me pregunta si lo amo: yo no sé cómo probárselo. »Me parece que ambos dudan, el uno de mi felicidad, el otro de mi amor. Ellos no insisten en pedirme seguridades, pero en sus miradas, leo una secreta ansiedad, como si creyeran que les oculto algo. ¡Todo eso porque mi marido tiene cuarenta y cuatro años! ¡Si tuviera treinta y cuatro, no dudarían!... »¡Qué placer! ¡qué placer!
La ansiedad por la tarde despues de acostarse y por la mañana, y hácia la mitad de la segunda parte de la noche, caracteriza tambien su accion, así como el sudor al principio del sueño, la agravacion de los síntomas en el reposo, y su mejoría estando de pié ó levantado y andando.
Pasó este día y el siguiente en una profunda ansiedad y prestó el oído á todos los ruidos del camino creyendo á cada instante ver llegar á Mauricio. Todas las noches se acostaba con el corazón oprimido, diciéndose: "¡Mañana será!" Y el día siguiente no traía tampoco noticias del marido esperado, que no venía. Al cabo de cuatro días Herminia empezó á sentir cierto despecho.
Fundábanse los que tan feo vicio imputaban al irlandés, en que cuando pasaba por la calle la Majestad de Fernando ó Amalia, la Alteza de mi tío el doctor ó de don Carlos, el buen comerciante dejaba apresuradamente su vara y su escritorio para correr á la puerta, asomándose con ansiedad y mirando la real comitiva con muestras de ternura y adhesión.
Doña Ana sí; clavados los ojos en la hija del Comendador, olvidada de todo lo que estaba fuera de la escena, bebió con ansiedad toda la poesía de aquella celda casta en que se estaba filtrando el amor por las paredes. «¡Pero esto es divino!» dijo volviéndose hacia su marido, mientras pasaba la lengua por los labios secos.
Palabra del Dia
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