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Actualizado: 27 de junio de 2025
Se habían sentado un momento al borde del camino, agonizantes de cansancio, para respirar sin el peso de la mochila, para sacar sus pies del encierro de los zapatos, para limpiarse el sudor, y al querer reanudar la marcha les era imposible levantarse. Su cuerpo parecía de piedra. La fatiga los sumía en un estado semejante á la catalepsia.
De la bruma de la noche surgía a lo lejos la ciudad, con la apiñada arboleda del Tempul y las aglomeraciones de blanco caserío, en las que palpitaban los últimos faroles de gas como estrellas agonizantes. Soplaba una brisa helada: la tierra y las plantas parecían sudar al contacto de la luz. Un pájaro salió aleteando de las chumberas, con agudo silbido, que hizo estremecer a la joven.
En el entrepuente se contemplan ansiosos los soldados, sin rechistar... Los enfermos pretenden levantarse... el sargentito ya no se ríe... Entonces se abre la puerta y aparece en el umbral el capellán con su estola, diciendo: ¡De rodillas, hijos míos! Todos obedecen. Con voz atronadora, el sacerdote comienza las preces por los agonizantes.
Esta costumbre extraña, legada por la inquisición, consiste en cantar al condenado las preces de los agonizantes durante el tiempo que pasa en capilla. En impedirle que duerma, ni de día ni de noche, a fin de que mortifique su cuerpo y su alma y de que pueda meditar a su placer sobre el largo viaje que pronto ha de emprender.
Los soldados se volvieron y vieron al Carolino espantosamente pálido, la boca abierta y con la mirada en que flotaba el último destello de la razon. El Carolino, que no era otro que Tanò, el hijo de Cabesang Tales, que volvía de Carolinas, reconocía en el moribundo á su abuelo, á Tandang Selo, que, como no le podía hablar, le decía por los agonizantes ojos todo un poema de dolor.
Las espumas, al romperse contra la proa, brillaban como fragmentos de globos eléctricos agonizantes. Cuando la tranquilidad era absoluta y el buque se mantenía inmóvil, con las velas caídas, pasando lentamente las estrellas de un lado á otro de sus mástiles, las delicadas medusas, que la más leve ola puede desgarrar, subían á la superficie, flotando entre dos aguas en torno de la isla de madera.
Y como los náufragos agonizantes de hambre y de sed, que en sus delirios sólo ven mesas de festín y clarísimos manantiales, Batiste contempló imaginariamente campos de trigo con los tallos verdes y erguidos y el agua entrando á borbotones por las bocas de los ribazos, extendiéndose con un temblor luminoso, como si riera suavemente al sentir las cosquillas de la tierra sedienta.
En todo tiempo se levantaba a las cuatro de la mañana para rezar maitines y oración por los agonizantes, tornando a acostarse hasta las nueve, que oía misa, rezada por su capellán; a las doce angelus, antes de almorzar; por la tarde lecturas piadosas, vísperas, cinco llagas, recepción de visitas honestas y paseo en coche; antes de comer un rato de meditación en la capilla, y después de la comida otro rosario, letanía, y recomendación del alma: a las nueve y media se acostaba.
Y esta pobre continuó el médico prosigue la santa obra de la alegría. Cuando se ve sola, piensa en la otra, piensa en el oficial muerto, y huye en busca de los agonizantes, como si el dolor ajeno fuese su refugio. La sala de los incurables, de los que están condenados á morir, es su lugar preferido. Y canta, cuando minutos antes suspiraba á solas; ríe, con los ojos cargados aún de lágrimas.
En la plaza habían golpeado al alcalde y á varios vecinos que salían á su encuentro. El cura, inclinado sobre unos agonizantes, también había sido atropellado... Todos presos. Los alemanes habían de fusilarlos. Las palabras de la vieja fueron cortadas por el ruido de algunos automóviles que se aproximaban. Abre la verja ordenó el dueño al conserje.
Palabra del Dia
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