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Pero cuando por pantalla de ese amor mentido hay dos ojos inmensos, que empapándonos de dicha se anegan ellos mismos en un amor que no se puede mentir: cuando se ha visto a esos ojos recorrer con dura extrañeza los rostros familiares, para caer en extática felicidad ante uno mismo, pese al delirio y cien mil delirios como ese, uno tiene el derecho de soñar toda la noche con aquel amor o seamos más explícitos: con María Elvira Funes.

Manifiéstase en el aspecto tranquilo, con que la vida se nos ofrece en su conjunto, revelándose aquí ó allí en relámpagos burlescos, ó esgrimiendo el azote de la sátira contra ésta ó aquella extravagancia, pero en lo esencial presentándonos siempre la parte noble y bella de la naturaleza humana, que resalta hasta en sus delirios y extravíos.

Tus frases de amor llenas, desbordaron, rompiendo de mi calma las frágiles cadenas, un mar de hirviente lava por mis venas y otro mar de delirios por mi alma. ¡Perdóname, bien mío...! Pusieron contra del alma mía en el volcán impío, su amor la alondra, su murmurio el río, su ausencia el sol, su negra noche el día.

Sus delirios, ininteligibles para el vulgo, encerraban el misterio de los grandes sucesos humanos. Tchernoff describió la bestia apocalíptica surgiendo de las profundidades del mar. Era semejante á un leopardo, sus pies iguales á los de un oso y su boca un hocico de león. Tenía siete cabezas y diez cuernos.

Dulcísima rendiste la cabeza consumando espantoso sacrificio; a la gloria ascendiste con presteza para empuñar de la virtud la palma, dejándome en el alma mortal tortura, aterrador suplicio... Tus despojos después enriquecieron próvidas flores que en cercano día en ánforas tus manos dispusieron, las mismas que en tus últimos delirios impetrabas la amable compañía.

536 Conoce el indio el peligro y pierde toda esperanza; si a escapárseles alcanza dispara como la liebre; le da delirios la fiebre, y ya le cain con la lanza. 537 Esas fiebres son terribles, y aunque de esto no disputo ni de saber me reputo, "Será", decíamos nosotros, "De tanta carne de potro como comen esos brutos".

No nos ha valido para estímulo el ejemplo de otras naciones, que buscando alianzas y aventurando algo han alcanzado bienes que parecían inasequibles y como delirios de un ensueño.

Esos son delirios, Señor Don Juan Manuel. ¡Piedra, levántate! ¡Don Juan Manuel somos viejos! Somos viejos y la vejez no tiene fuerzas. En otro tiempo no digo que no la hubiésemos levantado.... Y ahora también. Somos viejos. Mayor peso llevo sobre los hombros. Y el que nunca se dobló, se dobla. , me doblo, y sólo anhelo dejar la vida, Don Manuelito.

Delirios... lo mejor es el desprecio... A estos badulaques se les desprecia... Bueno está mi sobrino para meterse en lances, él que se asusta de entrar en un cuarto sin luz. ¡Pobrecillo Maxi!, ¡tiene un corazón de oro, y ahora que está tan dado a estudiar lo del otro mundo, se le ocurren unas cosas...! ¡Vaya con lo que me decía anoche!

Entonces una democracia nacida en los trastornos de la revolución y alzamiento nacional, fundaba el moderno criterio político, que en cincuenta años se ha ido difícilmente elaborando. Grandes delirios bastardearon un tanto los nobles esfuerzos de aquella juventud, que tomó sobre la gran tarea de formar y educar la opinión que hasta entonces no existía.