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En efecto, como esperaba, vió salir al cabo á Plutón con la frente vendada y la lámpara colgada del brazo en disposición de marchar á la mina. Se adelantó á él sin ser visto y en cuatro saltos bajó por los prados á un sendero por donde forzosamente tenía que pasar el minero. Se ocultó detrás de un árbol y esperó. Pocos momentos después pasaba Plutón.

Dos bultos aguardaban afuera. Levanté el farol para reconocerlos antes de dejarlos entrar, y conocí ¡Dios misericordioso! a Neluco y a Chisco... También Canelo estaba allí, acurrucado. Entraron, me abalancé a ellos y los abracé casi llorando de alegría. ¡Pero en qué estado se hallaban! Chisco, macilento, desalentado, con la cabeza vendada y un brazo en cabestrillo.

Pasó un soldado con la cabeza vendada bajo el kepis y una flor en una oreja, sonriendo á una muchacha rubia que se apoyaba en su brazo y canturreando los dos.

También salió Celso, el heroico Celso, con la frente vendada para dar testimonio de la descomunal batalla que había librado la noche anterior; fresco, no obstante, y espléndido como una rosa.

Los oficiales gritaban sus órdenes con el sable roto y la cabeza vendada; los hombres se batían sin pensar en sus heridas, cubiertos de sangre, hasta que se desplomaban muertos. Caragòl, poco aficionado á las empresas militares, se entusiasmaba relatando á Ferragut esta lucha heroica, sólo porque habían figurado en ella sus nuevos amigos.

Ni su cabeza vendada y dolorida ni sus riñones derrengados podían abatir su coraje. En cada uno de sus asaltos desesperados hacía rodar por el suelo á algún enemigo, de tal modo que Lázaro del Condado, dejando su puesto, se lanzó á toda la carrera hacia aquel más lejano donde peleaba Toribión de Lorío.

Me acordé de profetas, de patriarcas, de reyes santos: unos eran más de cuatro, otros menos, otros ya se habían pintado o esculpido. Entonces pinté primero la Fe... ¿Cómo? preguntó San Pedro. Hermosa, vendada, las vestiduras blancas, en una mano las tablas de la ley, en otra la palma del martirio, y toda ella iluminada por el sol, padre de la vida. No estaría mal. Luego pinté la Esperanza.

Gracias contestó secamente Elías. Clara, acompaña á este caballero. Su mano estaba perfectamente vendada, y su protegido le había indicado la puerta. El impresionable joven no sabía que hacer para no salir. Miró á Clara para ver si leía en sus ojos el deseo de que no se marchara; pero ella manifestaba la mayor indiferencia, y hasta se había adelantado á abrir la puerta. No había mas remedio.

Y entre la lenta marcha de monturas y automóviles pasaban grupos de soldados á pie, con el capote desabrochado ó pendiente de las espaldas lo mismo que una capa; heridos que podían caminar y bromeaban y cantaban, unos con un brazo fajado sobre el pecho, otros con la cabeza vendada, transparentándose á través de la tela el rezumamiento interior de la sangre.

¡Qué tontería! dijo la señorita ruborizándose . Hay otras mucho más guapas que yo.... No, no, todos dicen que no afirmó Pablo con vehemencia, y dirigía su cara vendada hacia la primita, como si al través de tantos obstáculos quisiera verla aún . Antes me decían eso y yo no lo quería creer; pero después que tengo conciencia del mundo visible y de la belleza real, lo creo, , lo creo.