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Además, prescindiendo de las dificultades materiales; contando para tramoyista y pintor escenógrafo con una exuberante y voladora imaginación; construyendo en el seno del espacio sin límites un teatro ideal, donde quepan cielo, infierno y creación entera, y proporcionándose una compañía de comediantes, donde haya ángeles, diablos, ondinas, sílfides, Oberon, Titania, Ariel, dioses del Olimpo, dioses subterráneos, todos los bienaventurados de la corte celestial, el Padre Eterno, la Virgen María, brujas, monos y gatos, y hasta estrellas, ríos, montes, y terremotos que hablen y accionen, el estrecho cuadro dramático se ensancha hasta llenar la inmensidad y todo cabe en él con holgura.

Si ésta se presentaba serena y despejada, menos mal, porque se encendían los farolillos y continuaba la danza otra hora más; pero si Cabarga se encapotaba y era la brisa húmeda, síntomas infalibles de lluvia inmediata, daba la comisión las órdenes oportunas á los músicos, después de tomar las de las señoras; y allí nos tenían ustedes bajando á Santander, al compás de un pasodoble, cada uno con su cada una, ofreciéndoles aquí la mano para saltar una zanja, y allá el pañuelo para sacudir el polvo.... ¡Y era de ver, si llovía, cómo las delicadas sílfides, sacando fuerzas de flaqueza, arremetían con el lodo, cubriéndose el busto con la falda del vestido! ¡Y era hasta de admirar aquella procesión de blancas enaguas, iluminadas apenas por la mortecina luz de los veinticuatro faroles que enarbolaban los más obsequiosos acompañantes, á guisa de maceros ó reyes de armas, en sus diestras!

Tía, todavía estoy en el período de... de observación... Esta pléyade de sílfides me causa un cierto embeleso... Usted comprende que es natural. , es natural... Yo no te pido que te decidas inmediatamente... pero, en fin, hace ocho días que vives en la intimidad de ellas... ya habrás sentido alguna impresión... principiará a manifestarse alguna preferencia...

Una de las ninfas o de las sílfides que con ella bailaba decíala en voz baja: Oye, querida: fíjate en la orquesta, a la derecha; ¡observa cómo me mira! ¿Quién? Ese guapo joven que viste chaleco de cachemir. ¿Y qué significa eso? Que está enamorado de . ¡Enamorado! exclamaba Judit. Está claro; ¿de qué te asombras? ¿Acaso no tienes algún amorcillo? ¡Dios mío! yo no. ¡Tiene gracia!

Tiene canales, pero estos no reflejan obras de arte, sino en su mayoría ruinas y suciedad; sobre sus aguas no se pasean poéticas góndolas, templos del amor y del arte, sino sucias bancas tripuladas por no menos sucios remeros; no esponjan las plumas en sus orillas cisnes ni oropéndolas, mas en cambio invaden la corriente, que mentiríamos si dijéramos cristalina, sílfides chinas y bronceadas ondinas.

Y los cantantes atravesaban tarareando, y las sílfides, arrastrando un poco el pie, pasaban cojeando, y, de minuto en minuto, una sombra femenina, negra, parda o marrón, deslizábase entre los escasos mecheros de gas, desconocida para todos, excepto para los ojos del amor. Las parejas se reconocen, se abordan y se marchan sin despedirse de los otros.

Por medio de conjuros evocamos a los demonios; por medio de exorcismos los arrojamos de donde no conviene que estén; las sílfides y las ondinas se mueren de amor por nosotros; los dioses y las diosas de todas las religiones suelen prendarse de los mortales y casarse con ellos; los genios acuden a valernos, a protegernos y a inspirarnos poesía, prosa y otros primores; las hadas tejen ricas telas, fabrican brillantes joyas y favorecen a las princesas y hasta a las fregatrices; los ángeles son nuestra custodia y vienen a nosotros como embajadores y aun como mandaderos; y los arcángeles, ya son paraninfos, ya a modo de escuderos y guías que en nuestros viajes nos acompañan. ¿A ver, pregunto yo, si es lícito pedir o esperar más, después de alcanzar o de haber alcanzado todo lo dicho?