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Pero ¡quiá!, no es mujer que se deje llevar a cualquier parte. De amigas no querrá fiarse, y hará bien. Tengo observado que cuando una mujer le presta a otra su casa, concluye por robarle el amante. Si consintiera en venir a mi casa, sería lo mejor. ¿Qué tiene de particular que una señora entre a cualquier hora del día en un portal de la calle de las Infantas?

De que Mercurio y Argos tengan el carácter heroico y grandioso que su naturaleza sobrehumana y poética debiera infundirles, no se ha cuidado el artista en lo más mínimo: antes al contrario, parece que ha puesto empeño en rebajarles, no sólo a la condición de simples mortales, sino de hombres bajos y ordinarios; el guardián del vellocino de oro, tiene trazas y se ha dormido en postura propia del más zafio lugareño; el mensajero de los dioses viene a robarle sin gallardía, como un rateruelo vulgar.

En vista de lo cual doña Inés aconsejó a Juanita que desconfiase de sus bríos y que no se juzgase muy aprovechada y segura de su poder sobre la plebe sediciosa ni muy adelantada en el camino de la perfección, pues aunque siguiese el camino, bien podían estar emboscados cerca de él y salirle al encuentro ladrones, que intentasen robarle la joya de la castidad.

¡En todo tiene suerte ese mancebo... mi sobrino postizo! exclamó con una rabia angustiosa el cocinero mayor ; me roban á , encuentran su dinero en mi aposento cuando me roban y no pueden robarle á él. ¡Dios mío, Dios mío! me quedo solo en el mundo, y pobre y viejo. En primer lugar, don Juan Téllez Girón, vuestro sobrino postizo, os debe todo lo que es.

Yo he querido competir con mi amigo D. Arturo, y sin robarle su marca registrada he hecho aguardiente de anís doble también, que es tan altruista y tiene un espíritu tan sociológico como el suyo. Estas muchachas traerán en sendas bandejas copas y aguardiente de Villalegre y de Chinchón.

Ante la sala silenciosa y palpitante, tan fácil al aplauso como á la protesta, los artistas se despedazan, noblemente unas veces, recurriendo otras á triquiñuelas de mala ley. Los hombres olvidan su galantería, las mujeres su misericordia. Si el galán puede «pisarle» una frase ó «robarle un efecto» á la primera actriz, lo hace, y viceversa.

Los socialistas, que se las echan de protectores del pueblo, en realidad quieren robarle al pretender que el pueblo los vote gratis. ¡Falsos apóstoles!, como dice un colega... Cuando llegan las elecciones es como si llegara una cosecha milagrosa. Una cosecha de cereales, de salchichones, de chorizos y de cigarros de a peseta con áureas sortijillas.

¡Ella, a quien había tenido la candidez de querer como a una hermana, sin desconfianza, robarle su herencia! Todavía, si hubiera podido tomarla con alguien... Pero un anciano y una niña... Estaba impotente y desarmado, condenado a devorar su cólera so pena de ser ridículo u odioso.

Peleando en una pulpería una noche había muerto a su hermano, confundiéndolo con su adversario, en medio de un entrevero; tiempo después llegaba tarde de la noche a su rancho, y viendo un hombre junto a la puerta, simuló pasar de largo por el camino, para sorprender mejor; descendió del caballo y agazapándose entre las cicutas se dirigió hacia aquel hombre que iba a robarle su felicidad; los perros no se sentían...

Porque, a la verdad, si el dinero es un bien, mientras mayor sea el bien, debe ser más apetecible, y no se concibe la áurea mediocritas, celebrada por Horacio y por todos los poetas de otros tiempos, sino recordando que el hombre acaudalado estaba de continuo expuesto a que le matasen o maltratasen para robarle, ya el emperador o el príncipe bajo cuyo imperio vivía, ya la plebe codiciosa.