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Y más no te he de decir, aunque tu furor lo intente, y aunque perezca inocente, por mi amor sabré morir. ¡Ah, la osada rebeldía! exclamó el xeque, la mano llevando, en su furia insano, al puño de su gumía. Su desventura midió la triste, cerró los ojos, y desplomada, de hinojos ante su padre cayó.

Llevaban algo más: la fe que acompaña a toda muchedumbre en los primeros momentos de rebeldía, la credulidad, que la hace entusiasmarse con las más absurdas noticias, exagerándolas cada cual por su cuenta para engañarse a mismo, creyendo que fuerza a la realidad con el peso de sus disparatadas invenciones.

D. Basilio, correcto en el vestir, como siempre, de color de manteca el gabán entallado; sonriente; de expresión espiritual boca y mirada, dejaba pasar una tormenta de espanto y rebeldía contra los designios de la naturaleza a que se entregaba Emma, que se apretaba la cabeza desgreñada con las manos crispadas, y llamaba a Dios de y con un tono que parecía de injuria.

Espíritu rebelde, á Dios me atrevo, y de su rompiendo ya los lazos, como reproche, ante sus ojos llevo de mi alma destrozada los pedazos. Si al escuchar mi queja en la agonía, de la lucha feroz al fin rendido, me echa en cara mi osada rebeldía, yo le podré decir: « lo has querido.

El justicia contaba con poderosos elementos para resistir; pero no quiso hacerse reo de rebeldía a su rey y señor natural. El virrey, según muchos historiadores, lo condujo preso, tratándolo durante la marcha con extremado rigor. En breve tiempo quedó concluída la causa, sentenciado Salcedo a muerte, y confiscados sus bienes en provecho del real tesoro.

»Enojóse grandemente D. Fernando, y maravillado de aquella tenaz rebeldía, al par que decidido á vencerla, entregó á los monjes una carta para D. Lope de Mendoza, Arzobispo de Compostela, de quien era sufragáneo el obispo Arias, encargándoles volviesen á darle cuenta de cómo los había recibido y de las disposiciones que había tomado.

Y mientras llegaba el momento de la rebeldía, los representantes del partido en la cuenca minera, que eran en su mayoría taberneros, derramaban en la irritada masa el consuelo del alcohol y de las teorías revolucionarias. El Milord, en la tertulia de los contratistas, hablaba, con alarma, de los pinches de las minas.

Pero ¡mardita sea! gritó Gallardo . ¡Descúbrete, condenao! Le miraba furioso, como si fuese a pegarle, convencido por una confusa intuición de que esta rebeldía iba a atraer sobre él las mayores desgracias. Güeno, me la quito dijo el Nacional con una fosquedad de niño contrariado, luego que vio alejarse la cruz . Me la quito... pero es al muerto.

Responde claramente, como se responde a un confesor o a un padre. Yo no tengo padre replicó la Nela con ligero acento de rebeldía. Es verdad; pero figúrate que lo soy yo, y responde. ¿Qué ibas a hacer allí? Allí está mi madre le fue respondido de una manera hosca. Tu madre ha muerto. ¿ no sabes que los que se han muerto están en el otro mundo o no están en ninguna parte?

La plasticidad está disminuida, falta energía en sus operaciones, pero no hay aberracion de su tipo, ni degeneraciones é hipertrofias de los tejidos. § III. Efectos terapéuticos. Los servicios que puede prestar la alúmina son mas numerosos que lo que se ha creido, especialmente en enfermedades cuya rebeldía cansa á los enfermos y á los médicos.