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El médico D. Agustín halló en él poderoso auxiliar contra las afirmaciones disparatadas del oficial de marina, y desde que se vio secundado, se las tuvo tiesas en todas las discusiones, y no quiso retroceder ni humillarse ante ninguna cita de autor exótico.

De nuevo se admiraron padre y hijo de las entremetidas razones de don Quijote, ya discretas y ya disparatadas, y del tema y tesón que llevaba de acudir de todo en todo a la busca de sus desventuradas aventuras, que las tenía por fin y blanco de sus deseos.

Por el contrario, Celesto parecía cada vez más alegre, y seguía con marcado interés todas las conversaciones, por necias y disparatadas que fuesen. A la tarde dieron con su cuerpo cerca de un grupo de muchachas que bailaban la giraldilla un poco apartadas del grueso de la gente. Detuviéronse a contemplarlas.

Porque se puede prever, desde ahora, la universal superabundancia de capacidad humana para los problemas de la vida humana, que sobrevendrá cuando hayan desaparecido del todo, con la clase sacerdotal que los explota, los problemas de la vida futura, que hoy consumen todavía parte tan considerable de la energía humana en costosas ceremonias absolutamente inútiles y en afanes sobre el vacío para hallar las más diversas y disparatadas soluciones ilusorias de lo insoluble.

Estas historias disparatadas y heroicas agrandaban los ánimos, quitando toda significación a la palabra «imposible». Los más de los lectores y auditores llevaban espada al cinto, y al enterarse de las desaforadas batallas con gigantes partidos por mitad, dragones despanzurrados, fugas de inmensos ejércitos de malandrines, endriagos y salvajes, vencimiento de terribles encantadores y liberación de princesas cautivas, pensaban con emulación y envidia: «Lo mismo haría yo si se presentase la ocasión.

Entonces el majo se abatió á las súplicas, á los halagos, empleando los recursos de su ingenio en persuadirla. Todo fué en vano. La irritada joven le escuchaba inflexible y repetía con tenaz resolución: Me voy, me voy: no quiero sufrir más. Cayó al fin el guapo de hinojos y la retuvo por el vestido, dirigiéndole ruegos tan vehementes y haciéndole promesas tan disparatadas que Soledad vaciló.

Insensiblemente Pedro empezó á tratar á su señora como á una compañera, hasta reirse algunas veces de sus preguntas inocentes y disparatadas. La condesa reía también, así que las hacía; pero le daba golpecitos con la sombrilla, llamándole burlón y cazurro. Si la despojasen de su ropa y la pusiesen un traje de aldeana, hubieran pasado muy bien por novios ó hermanos.

Llevaban algo más: la fe que acompaña a toda muchedumbre en los primeros momentos de rebeldía, la credulidad, que la hace entusiasmarse con las más absurdas noticias, exagerándolas cada cual por su cuenta para engañarse a mismo, creyendo que fuerza a la realidad con el peso de sus disparatadas invenciones.

Su embriaguez se recreaba con las más disparatadas magnificencias. Unos hacían correr el vino de todo un tonel para llenar un solo vaso. Otros empleaban como blanco de su revólver las botellas de champaña alineadas en las anaquelerías de los cafés, pagando las roturas al contado. De este viaje guardó Ferragut un sentimiento de orgullo y confianza que le hizo despreciar los peligros.

Dió á su revés la apariencia de una broma mal interpretada. Ya sabía que con la mayor parte de las mujeres acostumbraba á usarlas, que las hacía disparatadas declaraciones de amor y le gustaba verlas enojadas. Con Paca las había usado infinitas veces, sin que jamás se le hubiese puesto seria; pero como ahora la estaban escuchando, quiso hacerse un poco la persona y darse tono...