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Alfonso se cansa e impacienta, no pudiendo obtener una ocupación activa para su espíritu; y sus disgustos recaen sobre y me afligen mucho. 20 de junio de 1817. Hoy me han hecho una proposición de matrimonio para mi hija tercera, Cesarina. El joven que ha pedido su mano, creo yo que le conviene bajo todos conceptos; a me agrada mucho.

El seductor se cansa pronto de la víctima, y se dispone á faltar á sus falsas promesas; en el viaje marítimo, que para realizarlas emprenden ambos á Valencia, domicilio del libertino, abandona á la desdichada en una roca desierta, después de darle una bebida soporífera. Al despertar se encuentra sola en medio del mar, conoce el engaño y su sacrificio, y se desespera sin consuelo.

En Potosí le hecho minero, Mas nunca tuvo el pobre mina buena: Busquemos una agora en otro canto, Que ya cansa decir en este tanto. Viene Obispo al Paraguay. Muere Domingo de Irala. Eligen por Gobernador á Francisco Ortiz de Vergara, y sale con el Obispo al Perù.

Mi tío y Juno, que tenían pasión por el monte San Miguel, me lo hicieron conocer con fruición; y en cuanto a mi, tras de no importárseme mucho el arte arquitectónico, miraba todo a través del sombrío velo de mi mal humor positivamente insoportable. ¡Cómo cansa el trepar por tantos escalones! decía yo, quejándome a cada paso. No son más que seiscientos, prima. ¡Oh! entonces me quedo aquí.

Decía el cura de mi pueblo que el hombre que anda tras las mujeres es como el que ve muchas tierras, que al fin se cansa y quiere tener un rinconcito suyo..., pues; no quiero el monte del tío, sino el terruño mío. Esta tosca imagen le pareció a don Juan la síntesis de su situación; pero no era cosa de poner a la cocinera en antecedentes de su desventura.

»Pues bueno, y para fin y remate del camino que traigo y ya me cansa: creo que si te animaras y me dieras el regalo de tu compañía en esta casona, el vocear de la tierra me sería más llevadero.

Si es noche de sociedad, a vestirme; gran «tualeta». A casa de E... Bonita sociedad; muy bonita. Ello , las mismas de la sociedad de la víspera, y del lunes, y de... y las mismas de las visitas de la mañana, del Prado y del teatro, y... pero lo bueno, nunca se cansa uno de verlo. ¿Y qué hace usted en la sociedad?

Todas sus calles están cortadas por el mismo patron; fastidia y cansa una igualdad tan estudiada: sus arcadas magníficas, que prudentemente repartidas hubieran dado fisonomía á la ciudad, hermoseándola, encierran la vista en círculo tan limitado y monótono que cansan hasta el disgusto.

Se cansa de aplaudir cuando escucha las óperas de Rossini, de Donizetti y de Auber: diríase que un millón de notas, revueltas en sabrosa ensalada, tiene un no qué que halaga los oídos de esas gentes.

9 Espinas hincadas en mano del embriagado, tal es el proverbio en la boca de los locos. Más esperanza hay del loco que de él. 14 Las puertas se revuelven en sus quicios; así el perezoso en su cama. 15 Esconde el perezoso su mano en el seno; se cansa de volverla a su boca. 18 Como el que enloquece, y echa llamas, y saetas, y muerte,