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Actualizado: 12 de mayo de 2025
Sí, eso dicen; creo que es cosa del Arcipreste que se cansa de asistir al confesonario. No, es cosa de ella; tiene otra vez sus proyectos de misticismo. Visita llamaba misticismo a toda devoción que no fuera como la suya, que no era devoción. Ana, cuando chica, allá en Loreto, tuvo ya, según yo averigüé, arranques así... como de loca... y vio visiones... en fin desarreglos.
Para dudar de ello es necesario ser tonto, y vos no lo sois; todo, hasta la salud, cansa; vos vivíais sin rivales en la escena, sin rivales en la hermosura; poseíais una hermosa casa, una buena mesa; os galanteaba en vano toda la corte; el duque de Lerma es un amante muy cómodo, que se contenta con que todo el mundo sepa que paga á la mujer codiciada por todos, que os visita poco, y cuando os visita os habla de la última comedia de Lope, ó del tiempo, y se va saludándoos gravemente, sin haber mortificado más que al sillón donde su hinchada vanidad se ha sentado.
Me dixo bravo, qual corrido toro: No sé yo para que nadie me puso En lista con tan barbaro decoro. Asi el discreto Apolo lo dispuso, A los dos respondí, y en este hecho De ignorancia ó malicia no me acuso. Fuime con esto, y lleno de despecho Busqué mi antigua y lobrega posada, Y arrogéme molido sobre el lecho: Que cansa quando es larga una jornada.
Siendo al fin más fuerte que su timidez su apetito de charlar, rompió el silencio de esta manera: «Señorita, ¿se cansa usted de esperar?... Todo sea por Dios. No hay más remedio que conformarse con su santa voluntad». Pero como su ánimo no estaba para vanidades, fijó toda su atención en las palabras consoladoras que había oído, contestando a ellas con una mirada y un hondísimo suspiro.
Pereza del espíritu. Como el ejercicio de las facultades intelectuales y morales necesita la concomitancia de ciertas funciones orgánicas, la pereza tiene lugar en los actos del espíritu como en los del cuerpo. No es el espíritu quien se cansa, sino los órganos corporales que le sirven; pero el resultado viene á ser el mismo.
Esa máquina que usted lleva en el cerebro no se cansa jamás de impresionar.
El señor conde de Lerne, señora añadió el preboste, es uno de los que frecuentan nuestra sala, lo era al menos... conozco perfectamente su fuerza... tiraba muy bien, y hubo un tiempo en que hubiera podido luchar con el señor barón... pero después de su duelo con Monthélin ha perdido mucho... se cansa pronto, y no es dudoso que el señor barón dé pronto cuenta de él.
Pues tenga usted la bondad de que no se le antoje, por de pronto... ¿Se cansa usted con el paso que llevamos? ¡Bah! Es que no hay tiempo que perder si hemos de salir con la vaciante y antes de que salte la brisa. Por eso me he permitido... ¿Quiere usted que corra más todavía? No hay necesidad: ya estamos a dos pasos del muelle. ¿Quién es ese tipejo que se pasea en él?
Estas ardientes memorias, que parecen agostarse hoy en mi cerebro, como flores tropicales trasplantadas al Norte helado, me hacen a veces reír, y a veces me hacen pensar... Pero contemos, que el lector se cansa de reflexiones enojosas sobre lo que a un solo mortal interesa. Rosita era lindísima. Recuerdo perfectamente su hermosura, aunque me sería muy difícil describir sus facciones.
Tomo en serio simples chistes, y cuando digo con sinceridad lo que me viene en mientes, todos se asombran o se ríen. Hay veces en que parece que me encuentran ingenio, siendo así que, sencillamente, no han comprendido lo que yo quería decir. Este perpetuo error me cansa.
Palabra del Dia
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