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Actualizado: 12 de mayo de 2025
Vamos a hacer un trato. Si yo no puedo hacer lo que tú hagas, yo seré criado tuyo; si tú no puedes hacer lo que haga yo, tú serás mi criado. Trato hecho dijo el gigante; me gustaría tener de criado un hombre como tú, porque me cansa pensar, y tú tienes cabeza para dos. Vaya, pues; ahí están mis dos cubos: ve a traerme el agua para la comida.
Ahora estamos aquí tranquilos comiendo, pero el mejor día, si Dió nos deja de la mano y se cansa de nosotros, a mí me recogen al lao de un camino, como un perro rabioso, hecho peazos, y a usté, con toos sus capitales, le sacan de una plaza con los pies pa alante, y aunque hablen cuatro semanas los papeles de su desgrasia, mardito lo que usté lo agradeserá estando en el otro mundo.
La nuestra es la «Villa Sol», nombre retumbante y pomposo para tan modesta casita. La verdad es, sin embargo, que está bañada de sol de la mañana a la tarde, lo que parece que es muy bueno para mi salud. Estoy tan débil todavía, que me cansa el escribir y aquí hago punto, a pesar de todo lo que tengo todavía que decir a usted. Otra vez será.
Pertenecía a una familia tan ilustre como la de su marido, con la cual estaba estrechamente emparentada. Leonor y Carlos se habían querido casi desde su infancia, con aquel afecto verdaderamente español, profundo y constante, que ni se cansa ni se enfría. Se habían casado muy jóvenes. A los dieciocho años, Leonor dio una niña a su marido, el cual tenía veintidós a la sazón.
Un hombre solo no vale nunca más que un pueblo entero; pero hay hombres que no se cansan, cuando su pueblo se cansa, y que se deciden a la guerra antes que los pueblos, porque no tienen que consultar a nadie más que a sí mismos, y los pueblos tienen muchos hombres, y no pueden consultarse tan pronto.
Al principio parecía como si no alcanzara a darle un sentido comprensible. Es verdad prosiguió, soy un punto de apoyo bien débil, ¿verdad? un razonador que cansa, un amigo, quizás, inútil... Luego se veía que buscaba solución menos ruda.
La acción, como en casi todas las novelas de su clase, es la vida entera del protagonista, o por lo menos una parte de esta vida hasta que se cansa de escribir quien la escribe, quedando siempre campo abierto y tela cortada para componer una segunda parte; pues si bien aseguró Cervantes que las segundas partes nunca fueron buenas, gloriosamente lo contradijo en su Ingenioso Hidalgo, acompañándole en la contradicción Luna con su nuevo Lazarillo, Mateo Alemán y otros.
En alta voz, afectando una calma que estaba muy lejos de tener, le dijo: «Si tanta extorsión te cansa, no hay nada de lo dicho». No puedo, no puedo. Es un compromiso tan grande el que tengo... manifestó la Sánchez en el tono de quien corta una cuestión. Bueno, no te apures... Con que... ¿y cómo no han ido ustedes a baños? Este cambio completo en la conversación, puso a Rosalía sobre ascuas.
A las seis de la mañana continuamos la marcha por parte del N de las sierras, y en distancia de una legua, para ir viendo su figura y demas circunstancias. A las doce paramos en un arroyo de poca y mala agua, el que sale de las sierras: anduvimos 10 leguas por el rumbo del NO cuarto O, cuya distancia es, subiendo y bajando unas grandes y suaves lomas, pero su repecho cansa la caballada.
Igual movimiento por más días aún; se vive en la calle, en la parroquia privilegiada. Pocos días después, otra parroquia, otra fiesta en otro barrio. ¿Pero hasta cuándo fiestas? ¡Qué! ¿No se cansa este pueblo de espectáculos? ¿Qué entusiasmo es aquél, que no se resfría en un mes? ¿Por qué no hacen todas las parroquias su función a un tiempo?
Palabra del Dia
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