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Actualizado: 5 de mayo de 2025
Ella ignora que siempre lo ignores, hija mia, las miserias del mundo con que el alma se enfria: placeres, vanidades, vergonzoso dolor, pasiones, locos sueños de mentida ventura, recuerdos misteriosos de tédio y de amargura que hacen subir al rostro la llama del rubor.
¿Fue su alto y leal propósito a perderse en la inmensa vorágine de los opuestos intereses del mundo? ¿Cayó como granizo que se derrite al ardor impuro de la tierra, o gota de lluvia que en el mar se confunde sin alterar la muchedumbre de sus olas? ¿Fue hierro candente sumergido en el agua que chasquea y se queja pero al fin se enfría, o se desvaneció como el último eco de la onda sonora que desparrama su vibración en el espacio? ¿Fue, tal vez, como el grano de trigo que el viento orea en la parva y cae en el montón predestinado a la fecunda siembra? ¡Quién sabe!
Iba a decir una barbaridad. Y don Antolín siguió lanzando indignadas lamentaciones, hasta que al pasar frente a la puerta de su casa asomó Mariquita el abultado y feo rostro. Tío, basta de paseo. Se enfría el chocolate. Aun después de desaparecer el sacerdote dentro de su casa, siguió la sobrina sonriendo amablemente a Luna. ¿Usted gusta, don Gabriel?
Y es que las ideas del hombre se van modificando insensiblemente al través de la existencia; las convicciones más profundas se desarraigan de nuestro espíritu cuando menos lo esperamos, la antigua fe deja paso a la nueva, y el entusiasmo se enfría y se calienta incesantemente durante nuestra peregrinación por la tierra.
Tengo idea de que tiene el cerebro un poco débil, si no, ¿por qué se dejaría engañar por ese pícaro de Dunsey, a quien nadie ha visto últimamente, y por qué lo dejó matar a ese lindo caballo de caza de que todos hacían elogios? Y durante un tiempo siempre andaba buscando a la señorita Nancy y después todo se desvaneció, por decir así, como el olor de la sopa cuando se enfría.
Pasó el Lacio, pasó el pueblo latino; pero queda una sombra de aquello; queda una huella que no se borra, un alma que no muere, una ceniza que no se enfria, un sepulcro que no se cierra; queda un cadáver que no se consume; sobre el polvo, sobre las ruinas, sobre la soledad y el silencio de los cadáveres que se extinguieron, queda un cadáver que no se extingue, que no se extinguirá, mientras que la tierra sienta el calor de las plantas del hombre: pasó el pueblo latino; pero nos queda la latinidad.
Pero el aire de la noche Mis pensamientos enfria, Y apaga cual lluvia fria De la mente el resplandor: Que así el vapor de la tierra Se desprende en forma leve, Y luego en forma de nieve Debilita su calor. Como una estrella fugaz Que luce en la noche umbría, Brilló un instante María En el valle del dolor: Era una vírgen, tan pura Cual de la tarde la brisa, Cuya mágica sonrisa Reflejo era del amor.
D. Pedro del Congosto, aprende de él; mírate en el espejo de su respetuosidad, de su severidad, de su aplomo, de su impasible y jamás turbado platonismo; observa cómo enfrena sus pasiones; como enfría el ardor de los pensamientos con la estudiada urbanidad de las palabras; cómo reconcentra en la idea su afición y pone freno a las manos y mordaza a la lengua y cadenas al corazón que quiere saltársele del pecho.
Algunos hombres de buen ingenio, reflexîonando sobre la fuerza natural de raciocinar, observaron, meditando mucho en ello, el modo como el entendimiento procede con mas acierto en la formacion de los raciocinios. De esta observacion nacieron las reglas; y la junta de estas reglas formó el Arte; porque así como la observacion atenta de las obras de la naturaleza ha dado motivo para establecer máxîmas constantes en la Física, del mismo modo la observacion atenta de lo que executa el entendimiento raciocinando, ha dado fundamento al Arte Lógica. Es, pues, la Lógica artificial Arte de descubrir la verdad por el raciocinio. Como hoy los Filósofos se han extraviado mucho de la verdadera Lógica, es preciso aclarar mas este asunto. No es lo mismo la razon que el raciocinio: distínguense entre sí, como que la razon, aunque incluye raciocinio, se extiende á otras cosas que no lo son. Las primeras verdades, ó primeros principios del entendimiento humano son la razon fundamental de todas las cosas, y estos no pueden probarse por sylogismos, porque no hay otras verdades que puedan servir de premisas para formarlos; y si las hubiera (ademas de que no fueran ellas las primeras), serian menester otras para probar aquellas, y así seguiría hasta el infinito. Las verdades primitivas de cada ciencia particular pertenecen á la razon, y no al raciocinio. Así que el asegurar que la nieve enfria, que el fuego calienta, y las leyes primitivas, esto es, mas simples que guarda la naturaleza, observadas por nuestros sentidos, dan fundamento al juicio para formar las primeras nociones de que se compone la buena experiencia, la qual está fundada en la razon. De principios establecidos con la recta razon se forman los buenos raciocinios: por donde estos, así en la raíz; como en la extension, se han de considerar como fundados en la razon, aunque en cierto modo diferentes de ella. Conviene tambien entender, que cada Arte científica tiene sus propios principios, y verdades fundamentales por donde se gobierna; de modo, que el que no esté instruido en ellas, nunca se debe tener por períto en aquel Arte. La Teología natural (nombre que daban los Gentiles á sus discursos sobre la naturaleza de Dios) mira como principios las luces primitivas del entendimiento sobre la Divinidad: la Teología christiana, sin despreciar la Teología natural, añade por principios lo que Dios ha revelado por las Divinas Escrituras, y por la viva voz que conserva la Iglesia en las tradiciones Apostólicas. La Jurisprudencia tiene por verdades fundamentales lo que el entendimiento descubre tocante al Derecho Natural y de Gentes, y las Leyes justas que los Príncipes establecen en sus Dominios respectivos. La Física en todos sus ramos tiene por verdades fundamentales lo que llega á saberse de la naturaleza por racional experiencia. La
MERLUZA CON MAYONESA. Limpia y escurrida, después de echar la sal, una cola de merluza, se cuece a fuego lento; se saca del agua y se escurre bien, poniéndola en la fuente en que se ha de servir; cuando se enfría se cubre con salsa mayonesa y se guarnece la fuente con huevos duros, aceitunas y pimientos de lata.
Palabra del Dia
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