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Se van a roer esos bandidos viendo que con las mujeres y unos cuantos trabajadores honrados, acabamos el trabajo sin necesitar de ellos. A la noche, baile y juerga decente, señor Fermín. Para que se enteren y rabien esos forajidos. Y así llevaba adelante la vendimia, entre músicas, algazara y vino del mejor, repartido generosamente.

«Todo aquello era una contradicción, pero Vetusta no estaba preparada para un verdadero entierro civil». Algunas buenas mozas, mal pergeñadas, alababan la idea en voz alta. Hubo una que gritó: ¡Así, que rabien los de la pitanza! Esta imprudencia provocó otra del lado contrario.

Lo dicho repitió el doctor Eneene, acariciando la aceitosa melena, no se me mueva usted de la capital, ¿eh? y véalo a Rocchio, que tenga paciencia; el asunto corre de mi cuenta. En cuanto a la recomendación al Banco, no dejaré de hacerla... se trata de usted y basta; aunque rabien, tendrán que aceptar la propuesta. Muchas gracias, doctor...

La continuidad de estas molestias constituía una vida de martirio, y no es que quisiese tener lujo, no: mas juzgaba que su decoro y el contacto con altas personas le imponían deberes ineludibles; creía que ella y los niños no debían hacer mal papel en las casas a donde iban, ni le gustaba que las amigas la mirasen de reojo y cuchichearan entre , observando en ella una falda de taracea o una prenda cursi y anticuada... No obstante, quería entrañablemente a su marido, porque fuera de aquello de las miserias era un hombre completo, un ser de elección, bueno y cariñoso, honrado como pocos o como ninguno, hombre que jamás había tenido trapicheos ni tratado con mujerzuelas, ni puesto un duro a una carta, y por fin, de genio tan pacífico, que como no le tocaran a sus presupuestos, se hacía de él lo que se quería... Considerando esto, la infeliz llevaba con paciencia lo otro, es decir, los apurillos para vestirse, y se manejaba como podía para no desmerecer de su elevada clase... De donde resultaba que ambos, el Sr. de Pez y la señora de Bringas tenían respectivamente sus motivos de disentimiento conyugal, él por causa de las furibundas santidades de su esposa, ella por las sordideces de su marido; lo cual prueba que nadie encuentra completa dicha en este mísero mundo, y que es rarísimo hallar dos caracteres en completo acomodo y compenetración dentro de la jaula del matrimonio, pues el diablo o la sociedad o Dios mismo desconciertan y cambian las parejas para que todos rabien, y todos, cada cual en su jaula, hagan méritos para la gloria eterna.

Hay que dar a la juventud lo que le pertenece, aunque rabien los rancios como mi hermano o el bueno de don Eugenio. Y a propósito: ¿qué es de don Eugenio?

El director contestó que llegarían a la noche. «Perfectamente; se dijo, si la música no va a recibirle, al menos no se quedará sin serenata. ¡Y que rabien esos miserablesLa llegada del duque de Tornos coincidía, como hemos visto, con la romería de San Antonio.

¡Bellacos! ¡Fátuos! ¡Presumidos! exclamó. ¿Quiénes son ellos? ¿Qué obra los acredita para darla de sabios y de críticos? Les perdono las ofensas. Lo único que no puedo perdonar es la ingratitud. ¡No les temas! ¡No te asustes! Escribe, muchacho; ¡escribe, y que rabien!

Para lucirlo, para que lo vean las amigas y rabien un poco... ¿no es verdad? Pues ella no podía darse tal placer. Andresito no tenía un cuarto y no era socio de los círculos donde iba ella.