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La Biblioteca central, una de los mayores de Europa, es rica sobre todo en manuscritos: los hay del octavo y noveno siglos. La coleccion numismática es preciosísima y numerosa: monedas griegas y romanas de la mas alta antigüedad. Un libro magnífico que posee la citada biblioteca está enriquecido con grabados originales de Durero.

Vamos dijo el viajero lleno de gozo , humanidad tenemos. Ese es el canto de una muchacha; , es voz de mujer, y voz preciosísima. Me gusta la música popular de este país.... Ahora calla.... Oigamos, que pronto ha de volver a empezar.... Ya, ya suena otra vez. ¡Qué voz tan bella, qué melodía tan conmovedora!

Preciosísima y blanca perla del mar de Oriente, edén esplendoroso de refulgente sol: yo te saludo ansioso, y adoración ardiente te rinde el alma mía, que es su deseo vehemente verte sin amarguras, sin el yugo español.

Esparció sus miradas por la sala; pero la relativa elegancia con que estaba puesta no la afectó. En miserable bodegón, en un sótano lleno de telarañas, en cualquier lugar subterráneo y fétido habría estado contenta con tal de tener al lado a quien entonces tenía. No se hartaba de mirarle. «¡Qué guapo estás!». ¿Pues y ? ¡Estás preciosísima!... Estás ahora mucho mejor que antes.

Otra reliquia notable es la cabeza de Santa Emerenciana, vírgen y mártir, patrona de Teruel, cuya festividad se tiene trasladada a la feria tercera después de la Ascensión: fue proporcionada esta preciosísima reliquia el año 1361, por D. F. Juan de Heredia, Gran Maestre de Rodas. La imagen de esta Santa, es de plata, como también la de la Asunción de Nuestra Señora, y la de Santa Gerónima.

Una vez puestos de acuerdo Alberto y el procurador, aquél ofreció a éste un cigarro de su preciosísima petaca, pero viendo que rehusaba la fineza, púsose a encender tranquilamente su habano y luego, acercándose a Amaury, díjole sin recatar la voz y como para vengarse del desaire curialesco: Ea, ya está todo listo y a punto; el duelo va a ser a espada.

A la Exposición de Filadelfia se mandaron varias clases de tejidos de fibras de diversas palmas, que de seguro llamarían la atención. La mujer que no teje, borda en oro, ó hace trabajos de abalorios, sedas, ó escamas de pescado. De estas últimas, adornadas de oro, regaló el pueblo de Lucban al general Alaminos en su visita del año de 1874, una preciosísima corona.

No me vuelvo atrás de lo que esta expresión indica, pues el buen señor llegó a sentir por su protegida un amor entrañable, no todo compuesto de fiebre de amante, sino también de un cierto cariño paternal, que cada día se determinaba más. «¡Qué lástima, compañero! pensaba , que no tengas veinte años menos... De veras que es una lástima. ¡Si a esta la cojo yo antes...! Así como otros estropearon con sus manos inhábiles esta preciosísima individua, yo le hubiera dado una configuración admirable. ¡Qué española es, y qué chocho me estoy volviendo!».

Animábase mucho, porque cuando se alzaba un poquito la venda, contraviniendo las órdenes del médico, percibía la luz, aunque con impresión turbada y dolorosa. Como quiera que fuese, tenía el convencimiento de que el órgano no estaba perdido y de que más tarde o temprano recobraría el uso de aquella función preciosísima.

Si carecía de familia, gozaba de preciosísima libertad, y como sus necesidades eran escasas, vivía holgadamente de su trabajo, sin deber nada á nadie, sin que le quitaran el sueño cuidados ni ambiciones; pobre, pero tranquilo; desnudo el cuerpo, pero lleno de paz sabrosa el espíritu. Pues á pesar de esto, el señor de Migajas no era feliz. ¿Por qué?