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En un billetito perfumado, muy perfumado, y las armas de la noble casa de Peñarrubia estampadas en lacre de color rosa, invitaba la condesa a comer a su entrañable amiga Elena. «Cherie: Ya que tu señor marido te ha dejado hoy por aquellos bichos tan feos que guarda en el Sotillo, ven a alegrar unos instantes esta humilde casita comiendo conmigo esta noche. A las ocho.

Mi madre, Dios me perdone si la ofendo, tiene poco juicio, aunque bien puede ser que lo pierda por el entrañable amor que me tiene. Lo cierto es que entre las dos hemos hecho una infinidad de tonterías. Justo es que las paguemos. No debo quejarme.

A medida que le iba conociendo más, menos podía substraerse a un sentimiento de ternura entrañable y más doloroso le era fingir la vaga despreocupación.

Madama Fonteral cogió la escalera, balbuceando palabras que no comprendimos, y mi Ana y yo nos dirigimos una ojeada, como si nos quisiéramos decir: ¡qué excelente mujer! Desde este dia, miramos á Madama Fonteral con un verdadero y entrañable cariño. Tal vez esa pobre lechera es la persona á quien más queremos en Paris.

En efecto, D. Joaquín, según su constante modo de ser, había concebido por Arturito la amistad más entrañable. Bien había querido al gaucho Pedro Lobo, pero a Arturito le quería mil veces más, por lo manso y apacible que era, por paisano y hasta por hijo del Sr. Gregorio, con quien tenía, desde hacía muchos años, estrechos lazos de amistoso compañerismo.

Gastábase en esto mi padre, llevado del entrañable amor que me tenía, la mejor parte de su hacienda; y aunque por ser yo muchacha, y no mal parecida, y en las apariencias rica, me galanteaba gran número de jóvenes y hermosos caballeros, no se me iba a de la memoria aquel pobre Gaspar que por a las Indias se había ido, y por sin duda había muerto; y aparecíaseme con mucha más frecuencia en sueños, y más melancólico, y a cada aparición con más semejanza de un alma en pena.

La profunda admiración que por el joven sentía se acrecentaba hasta parecer cariño entrañable. ¡Era tan seductor su modo de mirar!... ¡Tenía un no qué tan distinto de todos los demás hombres!... Así lo pensó Isidora, sintiendo herida y traspasada toda aquella parte de su corazón que dejaba libre el orgullo.

Es infame mi modo de proceder con D. Joaquín. Indigno pago estoy dando a sus grandes beneficios, a su entrañable afecto, a la sublime confianza que en tiene.

Por fortuna, el chico parecía modesto y discreto. Otro cualquiera formaría castillos en el aire al instante. Pensó bastante en él y pensó con simpatía. La verdad es que tenía una presencia agradable y un modo de hablar suave y firme a la vez, que impresionaba. Luego aquel cariño entrañable a la memoria de su madre, su vida retirada, su extraña manía de las mariposas, todo le hacía muy interesante.

Y, por último, aunque se funde el amor de Dafnis y Cloe en la material hermosura de ambos, en su contemplación, y hasta en el deseo de lograr su posesión por completo, todavía, á par de este deseo, hay una amistad, un afecto entrañable, una terneza pura en ambos pastorcillos, que evitan el que sea su amor mera lascivia, y que le purifican y realzan.