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Y despues de todo ¿quién es Victor Hugo? ¿Es comparable acaso con nuestros modernos...? Pero la llegada de Makaraig con aire abatido y una sonrisa amarga en los labios cortó la peroracion del orador. Makaraig tenía en las manos un papel que entregó á Sandoval sin decir una palabra. Sandoval leyó: «Pichona: Tu carta ha llegado tarde; he presentado ya mi dictamen y ha sido aprobado.

Conque nada, pichona mía, mucho juicio, y pide a Dios que a todos nos ilumine... Y ahora, vidita mía, dile a la madre Larín que quiero hablarle un momento... ¿Eh, pichona?... Cosa de un segundo, avísala , vidita...

Ahora que ya eres mío, porque supongo que vendrás a menudo, te lo voy a decir. ¡Me gustabas de un modo atroz! ¿Y verdad que tu Carola te gusta también más que aquella gata esmirriada? Mira... no los años que tienes; nadie tiene más de los que representa; pero ya quisieran muchos jóvenes igualarse contigo. ¿De veras, pichona? ¡Buenos están los jóvenes!... ¡Tísicos!

Vengo a darte la gran prueba de que siempre estoy pensando en ti, y me recibes con cara de vinagre. ¿Qué me traes? Hoy, nada; pero mañana... Habla clarito... Sabrás, pichona repuso él urdiendo la más enmarañada trama de cosas verdaderas y falsas , has de saber, monina, que un señor, amigo mío, toma el teatro de las Musas para este año, y me ha nombrado su representante.

Y yo te lo agradezco en el alma, pichona manifestó el joven haciendo un esfuerzo supremo sobre mismo para vencer el repentino abatimiento y resultando de él una sonrisa forzada y amarga . ¿Por qué te disparas de ese modo?... Dame eso.... Bien se conoce que tienes muy mala idea formada de . Clementina se negó a entregar el recuerdo. El joven insistió humildemente.

Esta maldita jaqueca... pero ya pasó, y ahora lo menos en quince días no me volverá a dar... ¡Vamos!, ya estás otra vez queriendo marcharte a la cocina. ¿No está ahí esa señora Patria?». Ha ido a la compra. La que está es tu tía, por cierto dando tantismas órdenes, que no sabe una a cuál atender primero. Pues déjala. , a todo di que , y luego haces lo que quieras, pichona.

Por el largo y estrecho agujero por donde habían descendido apenas penetraba un tenue rayo de luz. Estás en mi poder, Demetria. No te escapes, porque es inútil dijo el minero sordamente recogiendo del suelo su lámpara que se había apagado. Se oía la respiración anhelante de la joven que no respondió una palabra. Me tienes miedo, ¿verdad?... Pues dentro de poco llorarás por , pichona.

Al fin, no pudiendo contenerse, dejó plantadas a las camaristas, y se fue hacia Marta, y bajando el rostro hasta tocar con el de ella, le dijo: No llores, querida mía, no llores más... No nos sucede ninguna desgracia para que te aflijas tanto... Piensa, al contrario, en el gran favor que Dios me otorga al llamarme a ser su esposa... ¡Debieras alegrarte, pichona!... Vamos, no llores más, ¡mira que me estás quitando el valor!...