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No te apures por eso, chica; es que está creciendo aún... debes alegrarte. Siguió la conversación todavía un buen rato. Miguel prometió traer al día siguiente sus maletas. Julia, brincando de alegría, le enseñó el gabinete donde iba a dormir en tanto que no se buscase una casa más capaz, como acababa de convenirse entre ellos.

Al fin, no pudiendo contenerse, dejó plantadas a las camaristas, y se fue hacia Marta, y bajando el rostro hasta tocar con el de ella, le dijo: No llores, querida mía, no llores más... No nos sucede ninguna desgracia para que te aflijas tanto... Piensa, al contrario, en el gran favor que Dios me otorga al llamarme a ser su esposa... ¡Debieras alegrarte, pichona!... Vamos, no llores más, ¡mira que me estás quitando el valor!...

Si se te muere debes alegrarte, porque si vive te dará muchos disgustos». A Fortunata le indignó esta idea; pero no se atrevió a contradecirla. Que dijera todo lo que quisiese. Su plan era no contestarle nada, a ver si se aburría y se marchaba pronto. «Tiene a quien salir añadió Maxi con lúgubre ironía . Su papá es de oro... No necesitas decirme que no te hace caso... Harto lo .

A se me figuró que la noticia había de alegrarte, y vine corriendo a dártela. Y me alegra, papá, y te la agradezco mucho; sólo que yo soy así, vamos, poco aparatosa para expresar lo que siento. No es culpa mía, qué quieres.

Era necesario contestar, y Francisco Montiño, en su contestación, se templó al tono de la carta de su hermano: «He recibido la noticia le decía de que tu mujer ha dado á luz una criatura, y me alegro de ello cuanto puedas alegrarte

Las palabras magicas pronunciadas sobre tu cabeza han atraido alli una maldicion terrible, y uno de los espiritus aereos te ha hecho caer en el lazo: en el soplido del viento habra una voz que te privara el alegrarte; la noche te negara el silencio de las sombras, y no podras ver brillar el sol sin desear al momento el es del dia.

Contemplándola la buena mujer, sintióse más alarmada y condolida, y corrió a decirle: no estas bien aquí.... te vendrás «con nosotros»; es preciso cuidarte y alegrarte. En esta casa no tienes bienestar ni cariño.... Yo creo que hasta padeces frío y hambre y sed....

D.ª Carmen paseó una mirada extraviada, vidriosa, por todos ellos, y deteniéndola en Clementina le hizo seña otra vez de que se aproximase. Adiós, hija mía dijo sin mirarla, con los ojos fijos en el techo . Haces bien en alegrarte de mi muerte.... ¡Qué dice, mamá! exclamó aquélla con un grito de espanto.