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Cuando hablamos de Angelina no puede usted dominar su emoción. ¡Sean ustedes felices! Yo... ¡no volveré a querer a nadie!...» La, hermosa señorita bajó los ojos y suspiró tristemente. No supe qué decir y me quedé contemplándola.

Se quedó Salvador absorto contemplándola, y el dolor causado por ella en el corazón del joven hacía días, se agudizó y le hizo palidecer. Nada de esto advirtió la muchacha, engolfada en su interno delirio.

Contemplándola la buena mujer, sintióse más alarmada y condolida, y corrió a decirle: no estas bien aquí.... te vendrás «con nosotros»; es preciso cuidarte y alegrarte. En esta casa no tienes bienestar ni cariño.... Yo creo que hasta padeces frío y hambre y sed....

Además, ¡quién podía saber si lo que ella decía era cierto!... La tendencia á la superstición que acompaña á los jugadores, el ambiente del Casino, la misma suerte de Alicia, habían acabado por influir en la incredulidad del príncipe. Pretendía vengarse de estas largas esperas y de su indiferencia contemplándola con ojos despiadados. ¡Qué fea está!...

Todo lo que acabo de apuntar lo observé, lo comparé, lo pensé, lo deduje en un momento en que estuvimos callando, ella turbada con la mirada baja, y yo contemplándola absorto y enamorado. , enamorado, y enamorado como un loco. Sin embargo, un mismo pensamiento, sin duda, nos hizo ponernos la máscara de la conveniencia.

¡Mírala! exclamó con burlesca gravedad dirigiéndose al enfermo . ¿Es ésta la misma que quieres? ¿No te la cambiaron?... Dale, pues, la mano, tonto. ¿Qué haces ahí, contemplándola con ojos espantados?...

En aquel momento se alzaron las cortinas y apareció su marido agitado y descompuesto, contemplándola con ojos de espanto. Irenita dió un grito y se desplomó sobre el pavimento. #Matinée religiosa.#

Al oírla exclamar con frecuencia entre apasionada y mimosa: «¡Pepe mío, cuánto te quierole acometían impulsos de revelarla aquello que él ocultaba como una infamia; pero luego, contemplándola vestida con todos los primores del lujo, retiraba las manos o se las examinaba al descuido, temeroso, como su hermana, de hallar impresa en ellas la sucia mancha del trabajo.

Le dolía verle inmóvil, a corta distancia de ella, tosiendo dolorosamente, contemplándola como si hubiese hecho de ella un objeto de adoración. Levántese de ahí decía alegremente la muchacha . Me pone nerviosa verle siempre tan quietecito, haciéndome compañía, cuando usted lo que necesita es vida y movimiento. Váyase con los amigos; en la habitación del campanero le estarán esperando.

Una doncella de la marquesa había enviado de París á Barcelona este equipaje, que representaba los últimos restos del gran naufragio de los Torrebianca. En torno á Elena se fué formando un corro de chiquillos y pobres mujeres, en su mayor parte mestizas, contemplándola todos con asombro y admiración, como si fuese un ser de otro planeta que acababa de caer en la tierra.