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Pero, el primer disgusto grave lo tuvieron cuando el parto de Gregoria; a Bernardino se le puso ocupar el despacho del viejo, que era para los hijos un sagrario, a fin de huir del lloriqueo del recién nacido y poder trabajar tranquilo, pero Casilda dijo que jamás lo consentiría y cogió la llave y se la guardó, desafiándole a que se la quitara; Esteven, en broma o de veras, hizo ademán de tomarla por la fuerza, con lo que se armó una marimorena escandalosa.

El orgullo y la vanidad habían sacado la cabeza en el pueblo de Legaspi, y cada cual quería que su señora sobrepujase en lujo y riqueza á las demás. Había una de noticias, chismes y enredos, que ni aun Tintay, con su consabido Osús-María-seff, podía contrarrestar. Desde que á las señoras les probaron el primer traje de raso, había entre ellas una marimorena muy cerca del repelón.

Lo seguro es que lo sepa su mujer y lo mate de un sofocónSiguió muy cavilosa andando hacia su calle, y poco antes de llegar, como quien acaba de adoptar una resolución, entró en una lonja de ultramarinos, donde compró un pliego de papel y un sobre. «Es lo mejor pensaba , una marimorena espantosa, y se acabóSu plan era canallesco, pero terrible y de seguro resultado.

Le daban por mañana y tarde furiosos ataques epilépticos, en los que se golpeaba la cara y se arañaba las manos; y, por fin, un día Benina la sorprendió preparando una ración de cabezas de fósforos con aguardiente para ponérsela entre pecho y espalda. La marimorena que se armó en la casa no es para referida.

¿Qué es esto? y tocándolo sólo con las puntas de los dedos, como si temiera ensuciarse, lo dejó caer al suelo murmurando: ¡Papeluchos ateos! ¡No lo tires, que después lo pide Pepe y arma una marimorena!

Pero si por un es caso golviésemos a más, yo les juro a esos figurones que tendremos una yeción. v Ido seguía corroborando, aunque no había entendido aquello de la yeción, ni lo entendiera nadie. Con tal palabra Izquierdo expresaba una colisión sangrienta, una marimorena o cosa así. Bebía vaso tras vaso sin que su cabeza se afectase, por ser muy resistente.

Villalonga giró sobre el último concepto como una veleta impulsada por fuerte racha de viento. «El abrigo que yo llevaba... mi gabán de pieles... quiero decir, que en aquella marimorena me arrancaron una solapa... la piel de una solapa quiero decir...». Cuando se metió usted debajo del banco. Yo no me metí debajo de ningún banco, tocaya.

Hízose muy pegajosa; quería intimar y elogiaba la hermosura de la novia, como un medio indirecto de expresar las deficiencias de la misma en el orden moral. Otra visita notable fue la de Juan Pablo, a quien llevó su hermano. Doña Lupe y el mayor de los Rubines no se hablaban después de la marimorena que tuvieron al repartir la herencia.

«Y qué, ¿qué es? preguntó Jacinta picada de la novelería . ¡Ah! Sagunto, ya... un nombre. De fijo que hubo aquí alguna marimorena. Pero habrá llovido mucho desde entonces. No te entusiasmes, hijo, y tómalo con calma. ¿A qué viene tanto ¡ah!, ¡oh!...? Todo porque aquellos brutos...». ¿Chica, qué estás ahí diciendo?

Vas allí, armas una marimorena horrorosa, y nos echamos encima otra complicación. Quizá tengas razón. Respecto a don José, puedes estar tranquilo: aquella le cuidará bien, y yo... vamos, me parece una tontería hacer promesas. Vámonos; quiero pasar las noches que faltan con mi padre. Convengamos antes la hora. ¿Te parece bien a las tres? Como quieras. Yo lo tendré todo dispuesto.