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Son hermanos de los hombres blancos que me arrancaron de las manos de los arfakis, cuando iban a matarme. En aquel instante Cornelio y Van-Horn se presentaron en la puerta. ¡Tío! ¡Sobrino! ¡Hans! ¡Van-Horn! Los cuatro náufragos, que llegaron a temer no volver a verse, se abrazaron estrechamente, mientras el chino, arrebatado de alegría, daba saltos por la estancia, como si estuviera loco.

La condesa pareció no escucharla y se puso de pie animada por un nuevo furor. En cuanto a la estúpida loca exclamó , en seguida tendrá su merecido. Voy a tratar de que no olvide este día; para que no se le vuelva a ocurrir el deseo de ver a mi enemigo. ; quiero que en adelante tiemble y tenga miedo al sólo oír pronunciar su nombre. Estas palabras le arrancaron a Marta un grito de desesperación.

Yo interpreté literalmente las palabras de la sirvienta y me acosté relativamente tranquila. Sin poder convencerme de la verdad llegué a creer que estaba orando por habérselo así pedido la enferma; pero Sofía y Alfonso me arrancaron amorosamente de la estancia, y desvaneciéndose mi estupor, comprendí entonces que todo había concluido.

El ciego y fervoroso imitador de lo moderno se asemeja a alguien metido en enmarañado matorral, de donde le cuesta gran trabajo sacar la cabeza, así para orientarse como para que la gente le vea, mientras que el imitador de lo antiguo se asemeja a alguien que está en soto bien cultivado, de donde se arrancaron ya las matas enanas y espinosas, se podaron las ramas inútiles y se rozó la mala hierba.

Tendréis una espléndida iglesia y un púlpito, señor cura, pero un verdadero y espacioso púlpito. Arrancaron los caballos, y me asomé a la ventanilla para poder ver por más tiempo a mi viejo cura, que me hacía señales de cariñosa despedida, sin pensar en ponerse el sombrero, pues una feliz y dichosa esperanza había nacido en su corazón. Esta visita al cura sólo me hizo un bien pasajero.

No hubo tiempo para que el Conde hablase a Elisa, cuyos caballos, apartado el Conde que les estorbaba el paso, arrancaron con furia, a pesar del brío con que los retenía el cochero. Elisa tuvo tiempo, no obstante, para mirar, para examinar a ambas mujeres. Al punto adivinó quiénes eran. Cruel fué el resultado de su examen.

6 En su secreto no entre mi alma, ni mi honra se junte en su compañía; que en su furor mataron varón, y en su voluntad arrancaron muro. 8 Judá, te alabarán tus hermanos: tu mano en la cerviz de tus enemigos; los hijos de tu padre se inclinarán a ti. 10 No será quitado el cetro de Judá, y el legislador de entre sus pies, hasta que venga SILOH; y a él se congregarán los pueblos.

Arrancaron con esto y fuéronse; quedé solo, llevéme el cofín a casa, conté la burla y no quisieron creer que había sucedido así, aunque lo celebraron mucho, por lo cual los convidé para otra noche a verme correr cajas.

Por fin, amigos caritativos le arrancaron de allí, la multitud se dispersó poco a poco, y cuando llegó la noche ya no había casi nadie alrededor de la capilla.

Los jóvenes acogieron con grandes carcajadas esta ocurrencia; pero el capitán, sin hacer caso de sus risas, continuó siempre fijo en la misma idea: ¿Creéis que yo le hubiera dado el vino á no saber que se tragaba al menos el que le cayese en la boca?... ¡Oh!... ¡no!... yo no creo como vosotros que esas estatuas son un pedazo de mármol tan inerte hoy como el día en que lo arrancaron de la cantera.