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Un cuarto de hora después, bajan al templo de la danza esplendorosas, radiantes, cubiertas de seda, de gasas y de flores, todo a costa del Estado, y más brillantes que los ángeles, las hadas y las huríes de nuestros sueños. Los ministros y los príncipes les besan las manos y se manchan sus irreprochables trajes negros con el albayalde que ellas llevan en los brazos.

Esos oficiales tan inteligentes, tan correctos, tan irreprochables, y esos soldados tan alegres, tan ordenados, tan pulcros, que estábamos acostumbrados á ver en los restaurants, en los cafés, en los teatros y en los paseos de nuestra bella ciudad capitalina, marchan hoy, resueltos, animosos, decididos, indomables, por las abruptas montañas del Oriente, recorriendo distancias enormes, atravesando valles y cañadas, salvando espantosos precipicios; y siempre firmes, siempre ardorosos, siempre entusiastas, insensibles á la fatiga, inconmovibles ante el peligro, solo tienen una ambición: vencer, y un solo pensamiento: mostrarse dignos de la confianza en ellos depositada.

Era menester que una persona estuviese debajo de sus pies, aplastada, para que don Fermín no usase con ella de formas irreprochables. La urbanidad era un dogma para el Magistral lo mismo que para Bermúdez, pero sacaban de ella muy diferente partido.

Sorpresa, y sorpresa ingrata produjo, pues, verlo reaparecer en la escena donde era tan conocido y apreciado, con procederes mucho menos irreprochables.

Aunque no tenía aún derecho al retiro, se le concedió, en atención a sus veinticinco años de servicios irreprochables y a su enfermedad. Gracias a esto, tenía con que pagar su estancia en la clínica hasta su muerte: no había la menor esperanza de curarle.

Paco Vegallana, juraba que usaba aquella señora ligas de balduque, y que él le había conocido una de bramante. Todo esto, por supuesto, se decía nada más entre hombres, y habían de ser discretos. Los bajos de Obdulia, en cambio, eran irreprochables; no así su conducta: pero de esto ya no se hablaba de puro sabido.

En los nocturnos mercados de la plaza de Daraga, se ven no pocos irreprochables patadeones festoneados de hilo de seda, llevados con toda la desenvoltura que consiente la escasez de la tela, por graciosas vendedoras de olorosas sampaguitas, delicadísima flor que crece en gran abundancia en aquellos campos.

A más de esto, le asediaba el partido con sus exigencias de disciplina, gozaba del afecto del jefe, a cuya tertulia no le era lícito faltar, y tenía que ocuparse de la educación de sus hijos, dos muchachos irreprochables, que profesaban las ideas sanas de su padre y merecían los elogios de sus antiguos maestros, los buenos sacerdotes de la Compañía.

Si hubiéramos estado solos, la hubiera estrechado contra mi corazón; pero nos rodeaban diez personas, y aunque las costumbres del salón autorizan ciertos modales familiares y una amistad íntima, debemos por eso mismo observar una circunspección y una reserva exterior irreprochables.

De aquí que su conversación fuese por extremo grata, y de aquí las maneras irreprochables de él y de los suyos. La señora doña Gabriela me pareció siempre un simpático y elegante tipo de mujer.