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Siempre se acordaría de aquella tarde en que se sintió indispuesta en las carreras y el mismo barón fue por una taza de te y se la sirvió por su propia mano. La misma sobrexcitación heráldica le impulsó a dirigirse a su primo en tono jovial. ¿Y qué tal, qué tal el marquesito del Lago? Dicen que es un cazador de primera fuerza. Tristán se encogió de hombros con desdén.

»El Conde ha dibujado hoy nuestro escudo, «para ponerlo sobre su libreríadibuja muy bien y con una facilidad extraordinaria. Me ha explicado que el escudo para las señoritas es de forma distinta del de las señoras y de los caballearos: toda la noche ha hablado de heráldica y de nobleza, y yo he aprendido una cantidad de cosas que ignoraba.

Don Saturnino Bermúdez, que juraba tener documentos que probaban al inteligente en heráldica venirle el Bermúdez del rey Bermudo en persona, era el más perito en la materia de contar la historia de cada uno de aquellos caserones, que él consideraba otras tantas glorias nacionales.

Aquel lienzo era la bandera del sentido común, pabellón sin colores y sin heráldica. No he podido apartar de en toda la noche dijo Sola , una idea que me hace estremecer de pena. ¿Quién nos asegura que el hombre a quien vamos a buscar, no estará ya comprometido en la guerra civil? ¿No será probable que esté disparando tiros en las calles? ¿No puede suceder que está ya muerto?

Tal vez haya sido esto principio de una tosca heráldica; pero me inclino a pensar que, como en aquellos días el verdadero nombre de un individuo descansaba únicamente en su deleznable palabra, nadie hacía de ello el más leve caso. ¿Te llamas Clifford, no es verdad? dijo Boston, dirigiéndose con soberano desprecio a un tímido recién llegado al campamento.

Muéstranse merecedores de cuantas lindezas les dice el mote; prodigan en todas partes la heráldica presea, en edificios, sellos, telones, marcas de tabacos y botellas de cerveza; repiten la empresa en inscripciones castellanas y latinas, en discursos, en documentos oficiales, en periódicos, que también tiene periódicos Villaverde y hasta en los sermones sale a relucir el famoso lema, concedido a mi querida ciudad natal por la Muy Católica Majestad del Rey Don Felipe IV. Fuera el consabido lema poderoso estímulo para mis paisanos, si éstos entendieran las cosas a derechas, pero Villaverde es la tierra de las ideas falsas, y el mote lisonjero de su blasón sólo sirve para que los villaverdinos vivan estacionarios y no suelten los andadores para entrar, libres y decididos, por los amplios caminos de la vida moderna.

Entre vuestros compañeros, si aceptáis, veréis jóvenes de la mejor nobleza del reino. ¿Sois jinete? preguntó el barón. He cabalgado mucho en las posesiones de Belmonte. Sin embargo, tendremos en cuenta la diferencia entre la pacífica mula de los frailes y el caballo de batalla. ¿Sois músico? cantar y toco la cítara, la flauta, el rabel.... ¡Bravo! ¿Y en heráldica? ¿Leéis blasón?

Dupont únicamente rechazaba de Roma el título de nobleza. Sus amigos de allá ponían a disposición de él toda la heráldica: conde, marqués, duque, lo que quisiera. Hasta príncipe lo haría el Santo Padre por la gracia de Dios; y en cuanto al título, si no le gustaba su apellido no tenía más que echar mano a cualquiera de los innumerables santos del calendario.

Pero la estrella heráldica que lo llevó a morir entre el humo y el fragor de la metralla, le seguía como un lamento y como el grito de una madre: de ahí que ese hombre que pudo ser monte coronado de flores, viviera por mucho tiempo, errante y vagabundo, sin plantar su tienda, fija la mirada en la isla hermosa, donde no había justicia sin soborno, ni honor sin castigo, ni pan sin mancha.

A juzgar por algunos antecedentes que hemos reunido, parece que nuestros antiguos monarcas miraron con gran predilección á tan hermosos animales, no sabemos si porque de antiguo han representado la fiereza y el valor ó por su significación heráldica conque aquellos los consideraran.