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-Tan estrema es -respondió Sancho- que si fueran para mi misma persona, no los hubiera menester más. Y luego, habilitado con aquella licencia, hizo mutatio caparum y puso su jumento a las mil lindezas, dejándole mejorado en tercio y quinto.

Como quiera que ello sea, no nos atrevemos a creer que Goethe, aunque no por medios tan sanguinarios, se complaciese en causar dolores, en excitar sentimientos tiernos y fervorosos y en pagarlos mal luego, en atormentar a algunas mujeres sencillas y enamoradas, y en otras lindezas del mismo orden, a fin de estudiar bien en la naturaleza los infortunios, las angustias, la desesperación y hasta la muerte por corazón destrozado, que luego había de describir en sus más simpáticas heroínas.

Acontece tener un padre un hijo feo y sin gracia alguna, y el amor que le tiene le pone una venda en los ojos para que no vea sus faltas, antes las juzga por discreciones y lindezas y las cuenta a sus amigos por agudezas y donaires.

La gente que aquí baja es en gran suma; Chiloazas, Beguaes, Querandies Vienen creciendo siempre como espuma: La flor de todos son los Guaranies; Mil galas y lindezas de bel pluma Encima traen de : mas no confies En gala, gentileza y hermosura, Que la verdura fresca poco dura.

Por estas lindezas, por la soltura de sus miembros y gallardía de su cuerpo alto y delicado, estaba más orgullosa de él su madre que si hubiera parido un príncipe. Hablaba el lenguaje de su edad, con graciosos solecismos, comiéndose medio idioma y deshuesando el otro medio.

Un hombre que tantas lindezas sabía fabricar, no se peleaba con aquel mozo de cordel. Los poetas se vengan de otro modo.

Un amante de la princesa Deidamia, de quien Aquiles está celoso, le dice mil lindezas y le pide que le su mano; pero él oprime la del galán con tal violencia, que éste da gritos de dolor. En el acto tercero viene Ulises, vestido de mercader, para descubrir á Aquiles, y trae, entre otros objetos, una lanza y un escudo, de los cuales se apodera el héroe sin tardanza.

Es mi idea, es una idea mía. Y otra vez lo digo: la esposa que no da hijos, no vale... Sin nosotras las que los damos, se acabaría el mundo... Luego nosotras...». «Nada, nada, esta mujer está loca y no tendré más remedio que ponerla en la calle pensó Guillermina . ¡Y qué trago estará pasando la otra pobre, oyendo tales lindezas!». Notaba en ella cierta exaltación insana.

No he entendido muy bien las maravillosas lindezas que ha dicho el Griego, pero estoy cierto de que tambien admite un ser superior del qual depende la forma y la materia. El Griego, que se vía celebrado, dixo que Zadig habia comprendido perfectamente su idea. Con que todos estais conformes, repuso Zadig, y no hay motivo de contienda.

La idea del cura en trusas y de peluca era tan chistosa, que me hacía reír a carcajadas. Entonces, exclamaba mi tía: ¡Tonta, bobeta! Y algunas otras lindezas por el estilo, que tenían el privilegio de ser tan parlamentarias como explícitas. El cura me miraba sonriendo y repetía dos o tres veces: ¡Ah juventud! ¡hermosa juventud!