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Los cuatro desalmados rugieron con ira; pero el militar parecía resuelto á defender á Elías hasta el último trance. "Apartaos dijo. Este hombre está loco. ¿No conocéis que está loco? Que retire esas palabras dijo riendo siempre Calleja, que aun en la embriaguez blasonaba de usar con propiedad las formulas parlamentarias. ¿Qué rítire ni ritire?

Empezaron á abrirse grandes claros en las filas de hombres con faldas que ocupaban las galerías. El sexo débil demostraba su fastidio marchándose. También se abrieron vacíos cada vez mayores en el público de las tribunas parlamentarias. Hasta Gurdilo había desaparecido, adivinando que su oposición nada podía ya encontrar de aprovechable en esta ceremonia.

Por eso no solo ha resistido á seducciones deslumbradoreas por un lado, y por otro á todo consejo reaccionario, sino que, mostrándose prudente y animado de una voluntad firme, ha sobrepujado á todos los Estados del continente en la práctica fiel de las instituciones liberales y parlamentarias. Ello es que la Bélgica es un modelo en casi todas las manifestaciones actuales del progreso.

No era todo, sin embargo, miel sobre hojuelas para don Simón; pues si lo de las fiestas era realizable desde luego, por ser los obstáculos vencibles con dinero, lo del discurso no dejaba de tener tres bemoles, dado que, hasta aquel instante, ni había probado sus fuerzas parlamentarias, ni siquiera elegido asunto para su estreno.

En unas habían vencido, en otras habían fracasado, porque las autoridades supieron guardar y defender á tiempo los depósitos de armamento antiguo. Poco antes de cerrar la noche, los altos señores del gobierno, de acuerdo con las instituciones parlamentarias, declararon en estado de guerra á toda la República.

Fueron llegando los altos empleados del gobierno y casi todos los diputados y senadores, á pesar de que las sesiones parlamentarias sólo empezaban á celebrarse después de mediodía.

Hablaba acompañándose con la acción desenvuelta y elegante del orador encanecido en las lides parlamentarias, ahuecando la voz y haciéndola temblar por momentos lo mismo que cuando trataba de hacer pasar un proyecto de ley que la mayoría se obstinaba en rechazar.

El día entero lo pasa en esas batallas parlamentarias... supongo que el verdadero ministro es el subsecretario. Gambetta, el tan llorado y popular tribuno, presidía cuando M. de Cassagnac desafió en plena Cámara a M. Goblet, subsecretario de Estado. Estaba yo presente ese día. ¡Qué escándalo mayúsculo!

La idea del cura en trusas y de peluca era tan chistosa, que me hacía reír a carcajadas. Entonces, exclamaba mi tía: ¡Tonta, bobeta! Y algunas otras lindezas por el estilo, que tenían el privilegio de ser tan parlamentarias como explícitas. El cura me miraba sonriendo y repetía dos o tres veces: ¡Ah juventud! ¡hermosa juventud!

Prometía la primera campañas parlamentarias nunca vistas; hacía esperar el segundo diversiones y regocijos jamás disfrutados, y unas y otros discutíanse y aun preparábanse en los salones de Currita, centro por aquel tiempo de los más importantes hombres políticos de la futura oposición dinástica, a la vez que de lo más gommeux, lo más poisseux de la alta sociedad madrileña.