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Pobló, pues, Sarmiento estos dos parages, y á poco tiempo, por las muchas calamidades, frio, hambre, y no venirle socorro, se volvió á España. Esto dice dicho suplemento y los mapas. ¿Qué se hizo, pues, de toda esta gente, que en tantos navios se perdió? Se ahogó toda?

Sin embargo, la libertad a que aspiraba en el secreto de su corazón debía venirle, por decirlo así, de misma, y del lado por donde menos la esperaba.

Trabajador, eso , como una mula de carga, y ahorrativo como una hormiga; Rocchio no perdía un minuto de su día comercial, ni gastaba un centavo más de su cuenta del mes, que él estiraba cual si fuera de goma elástica, a fin de cubrir sus escasas necesidades, porque él aseguraba venirle la sábana corta para sus piernas tan largas.

Si se trata de conocer lo que sucede en otra persona, ademas de lo dicho será conveniente exâminar si la gobierna alguna secreta pasion, y muchas veces se hallará, que el deseo que tiene una muger de parecer santa, ó el apetito de fama de virtuosa, ó la ambicion y deseo de mandar, ó tal vez el despecho por no venirle las cosas como desea, han corrompido su fantasía; y de aquí nace que juzgue por revelaciones sus delirios.

En este tiempo vino al Visorrey un moro gervino y le dijo que venía de Trípol y que hacía saber que teniendo Dragut nueva cierta que la armada del turco era en viaje para venirle á socorrer y que la nuestra estaba para partir, había mandado llamar á él y á otros moros de la isla y dícholes que viniesen á los Gelves, encargándoles muy mucho que procurasen con los moros de la isla y alarbes, hacer alguna revuelta con los cristianos para entretenerlos que no partiesen tan presto, hasta que llegase su armada, certificando este moro al Visorrey que el armada sería allí dentro de ocho ó diez días; y cuando no hallase ser verdad lo que decía, se pondría en prisión con dos hijos que tenía, para que les cortasen las cabezas.

Don Saturnino Bermúdez, que juraba tener documentos que probaban al inteligente en heráldica venirle el Bermúdez del rey Bermudo en persona, era el más perito en la materia de contar la historia de cada uno de aquellos caserones, que él consideraba otras tantas glorias nacionales.

Ignoraba cuándo pudo venirle la vocación; tal vez su madre, ama de llaves de los señores de la Lage, mujer que pasaba por beatona, le empujó suavemente, desde la más tierna edad, hacia la Iglesia, y él se dejó llevar de buen grado. Lo cierto es que de niño jugaba a cantar misa, y de grande no paró hasta conseguirlo.

Quilito saltó del sofá y fué a la puerta a ver el carruaje. ¡Qué corte más elegante tenía y cómo deslumbraban su caja y los rayos de las ruedas! el caballo, un alazán hermosísimo, tascaba el freno, impaciente, moviendo sus piernas finas y nerviosas. ¿No has visto al niño? preguntó Quilito al lacayo. El chico contestó que no, ajustándose el sombrero, que parecía venirle algo grande.

Si el ciego tiene alguna representacion concomitante de la idea, ha de venirle del solo tacto; y para los triángulos de alguna extension cuyas tres líneas no pueden ser tocadas juntas, la representacion ha de ser una serie sucesiva de sensaciones del tacto, como el recuerdo de un pasaje de música es esencialmente una representacion sucesiva.