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Pasó como un sueño, costosa manía de grandezas, la gloria militar de Carlos I: tras los males engendrados por la ambición y el despotismo, vinieron la estéril crueldad de Felipe II por conservar lo adquirido, la devoción relativamente mansa con que Felipe III imaginaba merecer del cielo lo que no sabía procurar en la tierra, y subió por fin al trono aquel Felipe IV a quien sus cortesanos llamaban Filipo el Grande, pero de quien nadie se acordaría hoy si no le hubiese retratado Velázquez.

Ha dicho un discreto, que en literatura, no sólo se disculpa, sino que se glorifica el robo cuando le sigue el asesinato. Shakspeare sabía esta máxima, y no dejó de asesinar a cuantos robó. De los autores robados nadie se acordaría si no hubieran sido robados.

Y no le pesaba, no... cien muertes, cien muertes para los infames». «¿Qué haría don Víctor? ¿De qué comedia antigua se acordaría para vengar su ultraje cumplidamente? ¿La mataría a ella primero? ¿Iría antes a buscarle a él?...».

Parecía que hubiese encontrado en las pupilas del español un reflejo de su propio interior. Tuvo el presentimiento Robledo de que se acordaría siempre de esta mirada rápida. Apenas se conocían los dos, y sin embargo hubo en los ojos de este hombre una expresión de abandono fraternal, como si le librase toda su alma durante un segundo.

La índole triste de Vérod se había revelado desde aquellos días lejanos, en las discusiones juveniles con los camaradas: ninguno de los sentimientos a que Ferpierre había obedecido sucesivamente, ni los entusiasmos poéticos, ni el severo deber parecían inteligibles a esa alma cerrada. ¿Se acordaría él también de aquellas antiguas relaciones? ¿Había pedido ver al juez instructor por qué sabía quién era? ¿Iba a darse a conocer?

Aquella noche fue también mala para Fortunata, pues se la pasó casi toda cavilando, discurriendo sobre si el otro se acordaría o no de ella. Era muy particular que no le hubiese encontrado nunca en la calle. Y por falta de mirar bien a todos lados no era ciertamente. ¿Estaría malo, estaría fuera de Madrid?

Velázquez estaba retratando a los Reyes cuando entretenida en sus juegos vino a colocarse cerca de él la Infanta Margarita con sus meninas y enanos; el grupo que formaban seduciría a los regios padres de la niña tanto como al artista y se acordaría que éste pusiese manos a la obra.

Increíble fué el júbilo que tuvo el santo varón, no cesando de dar gracias, y exhortándonos con las lágrimas en los ojos á que hiciésemos lo mismo, entonó las letanías de Nuestra Señora; y llegando poco después al lugar donde el día antecedente había dicho misa el P. Juan Bautista de Zea, nos juntó á todos, y más con lágrimas que con palabras, nos agradeció tantos trabajos como habíamos pasado por él, y que toda su vida se acordaría de nosotros.

Ojeda sólo tendría que ocuparse de los gastos de su persona, y si era necesario, ella ayudaría también a su viejito... a su negro. ¡Nélida! protestó Fernando. Pero no quiso decir más. ¿Para qué?... Ni él aceptaba aquel viaje, ni ella, con la movilidad de sus fugaces impresiones, se acordaría tal vez de esto a la mañana siguiente.

Después que estuviese en el mundo ¡bien se acordaría Ventura de coloretes! ¡Anda, anda! pues no tendría poco que hacer para tenerle limpio, darle el pecho y entretenerle cuando llorase. Y él estaría tan embobado contemplándolo, que no tendría tiempo a ocuparse en si su mujer traía tal o cual vestido, ni siquiera si estaba de bueno o de mal humor.