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Por fin, el día 7, dimos todos fondo en aquel puerto, donde al desembarcar nos salió á recibir el Gobernador, la nobleza y el pueblo en gran multitud, que quisieron en todo caso, por más que nosotros lo rehusamos, conducirnos hasta el colegio, donde tuvimos la triste nueva del fallecimiento de aquel buen Padre.

Esto ocurría poco después del fallecimiento del Monarca y tres horas más tarde del altercado con Pipaón, por donde se ve, que en un mismo día reservaba la Divina Providencia al señor de Carnicero impresiones totalmente contrarias, haciéndole pasar de la ira más atroz a un contento febril y casi rabioso.

Cuando, atendiendo a las reiteradas súplicas de aquélla, pensaba en realizar su hacienda, recibió la triste noticia de su fallecimiento. Inmediatamente se puso en camino para España, a fin de encargarse de aquella hermanita de trece años que quedaba abandonada.

Las plumas empleadas en el vestuario pesan novecientos kilos y valen más de seis mil duros. Pero no hay que impacientarse: Rostand no quiere que su comedia se estrene hasta pasado el primer aniversario del fallecimiento de Coquelin. Es una delicadeza respetuosa que todos aplauden.

El mismo Sr. Obispo murió en Madrid el 10 de Julio de 1755, a la edad de 78 años, y fue depositado en la Iglesia del Colegio Imperial y trasladado a los seis años de su fallecimiento a la del Colegio de Teruel, celebrándose sus exequias el día 13 de Octubre de 1761, habiendo asistido todas las corporaciones civiles y militares de la población y muchas comisiones de las ciudades, villas y lugares de la provincia: su cuerpo fue colocado en un magnífico sepulcro de mármol al lado derecho del Presbiterio.

El señor disponía de su esclavo, como de sus muebles ó de sus animales, y así vemos corrientemente en los antiguos inventarios de bienes que se hacían por fallecimiento de cualquier persona, que, á seguida de la enumeración de los asnos, bueyes etc. hacíase el aprecio de los esclavos, hombres, mujeres ó niños, siendo de notar que de igual modo que se determinaban los defectos físicos de los brutos, marcábanse tambièn los de aquellos infelices seres; consignando por ejemplo, si era viejo, tuerto, ó manco, si padecía de bubas ó de enfermedad contagiosa.

Pero no mucho tiempo después del fallecimiento del médico, la portadora de la letra escarlata desapareció de la ciudad y con ella Perla. Durante muchos años, aunque de tarde en tarde solían llegar algunos vagos rumores al través de los mares, no se recibieron sin embargo noticias auténticas de la madre y de la hija.

Oíalo todo Florela, que a poca distancia estaba, entre el follaje de un bello jazmín escondida, y oyó asimismo que Margarita dijo, con la voz apenada y débil, y tan apasionada, aunque quería ocultarlo, como si su voz hubiera salido de en medio de sus doloridas entrañas: ¡Ay, señor mío, que yo también estoy espantada de misma, porque no debiendo tener ni corazón ni alma más que para la desgracia, que nunca lloraré bastantemente, del fallecimiento de la desventurada madre mía, en cosas pienso que tan lejos están de mi madre como de mi ventura!

Al fallecimiento de D. Fernando de Aragón, Arzobispo XIII de Zaragoza, ocurrido en 29 de Enero de 1577, fue nombrado en este año Obispo de Teruel, D. Juan Perez de Artieda, Canónigo de Zaragoza, pero como murió antes de ser consagrado no empezamos por él el Catálogo de los Obispos, y por el que realmente lo fue.

Los fallecimientos, comparados con el número de habitantes, dan los siguientes resultados. Un fallecimiento por cada 39 0 habitantes. En Inglaterra, un fallecimiento por cada 49 0 habitantes. En Prusia. 36 2 Es muy notable encontrar una escepcion á este hecho en la provincia de Moxos comparada con la de Chiquitos.