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Y en contra de lo dicho, afirma en otros pasajes, por ejemplo, que el Casino de Córdoba es grandioso, y ensalza el Ateneo de Madrid, que al fin es un casino donde no se juega, encomiando su rica y selecta biblioteca, su gran salón de sesiones y sus cátedras, donde personas sabias y elocuentes enseñan diversas ciencias y facultades.

Con esta gran obra de defensa contra las oleadas maleantes que llegan hasta aquí en épocas determinadas desde los absorbentes centros políticos y administrativos del Estado, ¡si viera usted qué sonido tienen en las concavidades de este recóndito lugarejo los cánticos de las sirenas de allá; las pomposas vociferaciones de los charlatanes y traficantes políticos, esos Dulcamaras embaucadores, encomiando específicos que han fabricado ellos mismos, tomando la salud del pueblo por disfraz de sus codicias personales! ¡Si viera usted cómo disuenan esos cánticos y voceríos entre el acordado son de estas costumbres casi patriarcales!

Tan bien informado individuo consiguió encender más recelos en el ánimo del suspicaz señor de Ulloa, bastándole para ello unas cuantas palabritas, de ésas que tomadas al pie de la letra no llevan malicia alguna, pero vistas al trasluz pueden significarlo todo.... Encomiando el salero de Rita, y la hermosura de Rita, y la buena conformación anatómica del cuerpo de Rita, añadió como al descuido: Es una muchacha de primer orden.... Y aquí difícilmente le saldría novio.

La Revista de Edimburgo, encomiando a Fernán Caballero, supone que en Quevedo acabó nuestra literatura, y que después, hasta Fernán Caballero, nada hemos tenido digno de mentarse.

Cuando Churruca se marchó, Doña Flora y mi amo hicieron de él grandes elogios, encomiando sobre todo su expedición a la América Meridional, para hacer el mapa de aquellos mares. Según les decir, los méritos de Churruca como sabio y como marino eran tantos, que el mismo Napoleón le hizo un precioso regalo y le colmó de atenciones. Pero dejemos al marino y volvamos a Doña Flora.

Por la noche se hablaba de ello alrededor de la humeante mesa, riendo al recordar las contorsiones de cuantos retrocedían espantados al borde del abismo, y encomiando á los que de un brinco se habían lanzado sin ajeno impulso en el vacío. El noble señor murió en un convento vecino en olor de santidad.

En vano un espíritu fuerte, como Juanita, se esfuerza en romper los nudos de la tutela estúpida con que se la quiere oprimir. Tendrá que dejarte, y se casará con ese alcornoque, á quien los clérigos y beatas que pululan en aquella casa, elogian sin cesar, encomiando sus virtudes, su religiosidad, su grande amor á la causa carlista y sus inmensos ganados.

En el estado de mi espíritu hubiera dado un mundo por poder entregarme a mismo, llegar a la catarata sin más guía que su gemido cesante, y solo, en medio de la naturaleza, detenerme de pronto frente a frente y entregarme sinceramente a la impresión... ¡Veinte, cuarenta ómnibus, estaban alineados en la estación, y otros tantos individuos gritaban a voz en cuello el nombre de sus hoteles, encomiando sus golpes de vista, la maravilla de sus panoramas exclusivos, la baratura de sus precios!

La conversación fue sobre asuntos de la casa, que Fortunata elogió mucho, encomiando los progresos que hacía en la lectura y escritura, y jactándose del cariño que le habían tomado las señoras.