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Todos los críticos y biógrafos de Velázquez están conformes en considerar este retrato como obra de mérito excepcional: unos alaban de ella lo que se refiere al modo de concebirla, imprimiendo al bruto tanta vida y al jinete tanta gallardía; otros elogian el dibujo, donde, al través de arrepentimientos y correcciones que aún se notan, hay una precisión admirable; otros, finalmente, la soltura de la ejecución, en la cual ya ha desaparecido por completo aquella pasada dureza de los primeros cuadros.

En vano un espíritu fuerte, como Juanita, se esfuerza en romper los nudos de la tutela estúpida con que se la quiere oprimir. Tendrá que dejarte, y se casará con ese alcornoque, á quien los clérigos y beatas que pululan en aquella casa, elogian sin cesar, encomiando sus virtudes, su religiosidad, su grande amor á la causa carlista y sus inmensos ganados.

Muy poca luz se saca de los que han visitado la comarca, aunque hayan vivido en ella, pues la elogian ó critican, no según su verdadero mérito, sino conforme á lo que se divirtieron ó á las amistades contraídas. La recomendarán á algún amigo que la recibirá con los brazos abiertos, y al cabo de algunos días palpa usted los inconvenientes.

Y he observado que cuando elogian el ingenio, la gracia, la belleza, la elegancia o cualquier otra cualidad física o moral, lo hacen sin mayor calor. En cambio, cuando dicen: «mi mujer es una pastaflora», dan a su expresión un tono de íntima ternura que revela cuánto impresiona a su espíritu esta cualidad femenina.

Méndez fue el discípulo fiel que acompaña siempre a los grandes hombres en su agonía. Las últimas cartas del Almirante lo elogian y lo recomiendan a la gratitud de sus descendientes, que jamás hicieron nada en su favor. Cuando, en el último viaje, el más desgraciado de todos, el descubridor se veía en un apuro, sus ojos lacrimosos de viejo buscaban a Méndez. «¡Hijo!, ¡hijo!», le decía.

He observado, sin embargo, que los amigos literatos suelen portarse con gran generosidad; si la comedia gusta, ellos son los que como inteligentes hacen notar los defectillos de la composición, y entonces pasan por imparciales y rectos; si la comedia es silbada, ellos son los que la disculpan y la elogian; saben que sus elogios no la han de levantar, y entonces pasan por buenos amigos.

Pero su alegría estaba envenenada por preocupaciones malvadas, y sin dejar de recibir saludos, Clementina pensaba: ¿Conseguiré destruir esta dicha que todos proclaman, elogian y envidian? Vió á Mauricio que hablaba alegremente con Herminia, mientras Roussel, en un círculo de señoras, prodigaba sus gracias y sus amabilidades. Una nube oscureció la frente de la solterona.

De pronto el farmacéutico mudó el tema: «¡Ah!, me olvidaba de lo mejor. ¿Sabe usted que el crítico y yo nos hemos hecho amigos? ¡Quién lo creería! ¡Tanto como yo le odiaba! Pues verá usted. Padillita le metió un día en la botica, y yo empecé a darle guasa con sus críticas, diciéndole que me gustaban mucho. Pues resulta que es muy modesto y que se asusta cuando le elogian lo que escribe.