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Fuerza es, decia, que hayan los hombres estragado algo la naturaleza, porque no naciéron lobos, y se han convertido en lobos. Dios no les dió ni cañones de veinte y quatro, ni bayonetas, y ellos para destruirse han fraguado bayonetas y cañones. Tambien pudiera mentar las quiebras, y la justicia que embarga los bienes de los fallidos para frustrar á los acreedores.

Patente se ve la inmensa popularidad de La Celestina en España, durante el siglo XVI, así, porque de dicha obra se hicieron en aquel siglo cerca de setenta ediciones, como por los raros que son los ejemplares de todas ellas, demostrando que se leyeron mucho, a no ser que se presuma que en tiempos de mayor recato, hipocresía o pureza de costumbres hubieron de destruirse muchos ejemplares de un libro cuyo licencioso desenfado no puede negarse.

Yo no temo que ninguna nación europea, por muy plagada que esté de los mencionados achaques, venga al fin a perderse y a destruirse, como se destruyeron y perdieron aquellos imperios colosales del centro del Asia; como se hundieron aquellas poderosas civilizaciones, asombro del mundo antiguo.

Si bien es cierto que el Gobierno tiene la misión de velar por la conservación y prestigio de los principios morales y religiosos, también está fuera de toda duda que el más grave error en que pueden incurrir los poderes públicos es apegarse demasiado á las instituciones pasadas, protegiendo la teocracia y permitiendo que los apóstoles del obscurantismo extiendan su hipócrita y solapado dominio á toda la sociedad. ¡Oh! la más espantosa lepra de las naciones es esa masonería clerical, que, ansiando allegar para su causa mundada toda clase de recursos, no vacila en apoderarse de la voluntad de las mujeres indoctas y tímidas para entronizarse mañosamente en las familias, organizarlas á su manera, intervenir en sus actos más secretos, atar y desatar sus vínculos, y crear de este modo un influjo universal que, á poco de extendido, no podrá destruirse sino con una sangrienta hecatombe. ¡Ah! ¡oh! ¡les conocemos bien!

Las representaciones sensibles internas, sean las que fueren, no pueden perder ese carácter de limitacion: dilatarán el objeto cuanto se quiera; retirarán el límite, mas no le destruirán, so pena de destruirse á propias. Luego es imposible para nosotros, y para todo ser sensible, la imaginacion de una extension infinita.

Y cada uno se decía: «¿Qué sucede a los hombres para destruirse de esta manera, para atormentarse, para destrozarse, para arruinarse así? ¿Qué se han hecho para odiarse de tal modo? ¿Qué espíritu, qué impulso feroz les anima, si no es el mismo espíritu del mal

Sus opiniones acerca de los instintos y carácter de los animales domésticos eran igualmente absurdas. Al paso que exageraba hasta lo indecible el poder y la fiereza de las gallinas, huyendo de ellas con gritos de terror, guardaba simpatía viva y profunda hacia los gatos, la cual no pudo destruirse con los frecuentes arañazos que estas ingratas criaturas infligían sobre sus tiernas manecitas.

La biblioteca, la palma, el plátano no existen: ¿cómo al convencernos de que habian desaparecido podiamos dejar de caer en el abatimiento y en la melancolía? Tantas calamidades, nos dijimos, habrán minado esta ciudad hasta por sus cimientos: ¡ay! ¿quién sabe si habrá siquiera vestigios de los pueblos que han venido á chocar y á destruirse en ella?

De la vida del mar, áspera mezcla de las dos fuerzas que parecen destruirse entre , brota una salud maravillosa, una pureza incomparable, una belleza terrible y sublime á la par: ella triunfa lo mismo de vivos que de muertos.

Lo que este modo de pensar pudiese tener de orgulloso lo disipaba el Padre, concediendo en su mente que en absoluto Dios no necesitaba de él para nada; que su ser no valía más que el de otro hombre cualquiera; pero que Dios le había creado para algo y no para que se destruyese, ya que destruirse era infringir una ley divina, turbar o querer turbar el armónico conjunto de las cosas, y distraer violentamente una fuerza viva del punto de acción que la naturaleza le ha marcado.