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Sólo así me deja en el mío y no me obliga a pasar a otro menos cómodo... El hombre misterioso triunfa. ¡Cómo ha de ser!... Acabo de verlo, y para castigarle, no le he saludado... Y le negaré siempre el saludo, aunque él finge que no le importa. Eso le enseñará a callarse y a ser persona decente.

Entre las dos se pudiera hacer una maldad completa: la primera tiene las apariencias, y ésta la realidad. ¿Qué quieres? ¡en la sociedad siempre triunfa la hipocresía!

Su rostro es gordinfloncillo, el pelo de un rubio amarillento, frío; el aire bobalicón y parado: pero resulta simpática, casi bonita, porque tiene el encanto de la inocencia y del candor; la infancia triunfa en ella del tipo de la raza: es tan niña que todavía no ha adquirido el empaque que afea a las damas de su prosapia.

Saludaste las playas de la Grecia Libre del torpe yugo musulman; Que un pueblo si desplega su bandera Guiado de omnipotente voluntad, Ó muere cual Leonidas en Termópilas, Ó triunfa cual la Grecia en nuestra edad.

Bien que en el cautivo no hay contento, Mas no quiero crecer yo mi fatiga, Teniendo siempre en ella el pensamiento. A mi patrona tengo por amiga, Tratame qual me ves, huelgo y paseo, Cautivo soi, el que quisiere diga. Triunfa, hermano, y goza ese trofeo, Que si por ser cautivo te hermoseas, Yo que es torpe, desgraciado y feo.

En Lope hay dos hombres: el gran poeta español y popular y el poeta artístico, educado, como todos sus contemporáneos, con la tradición latina e italiana. Estas dos mitades de su ser se armonizan cuando pueden, pero generalmente andan discordes, y, según las ocasiones, triunfa la una o triunfa la otra.

Pero luego sorprendo una mirada amorosa que Magdalena dirige a Amaury, comprendo que ocupo sólo un lugar secundario en el corazón de mi hija, que posee el mío por entero, y el egoísta sentimiento paternal triunfa, me ciego, y en mi irritación llego a perder la cabeza. »Y, bien mirado, el caso es muy natural.

Montan a caballo los tres, y salen todas las mañanas a gauchear por la Pampa; se bolean los caballos, los apuntan a las vizcacheras, ruedan, pechan, corren carreras. ¿Cuál es el más grande hombre? El más jinete, Rosas, él que triunfa al fin.

Siempre es indudable que la voluntad del órden intelectual, cuando está en oposicion con las afecciones sensibles, no envuelve placer, ni destruye el disgusto; triunfa es verdad, en fuerza de su libre albedrío, pero su triunfo se parece al de un dueño que obligado á recabar obediencia con prescripciones severas, experimenta disgusto, al propio tiempo que consigue la ejecucion de sus mandatos. ¿Quién sabe pues, si la voluntad, aun despues de esta vida, andará acompañada de afecciones semejantes á las que ahora siente, bien que depuradas de la parte grosera que mezcla en las mismas, el cuerpo que agrava el alma?

De la desvergonzada Zaluka, de la sagaz Cleopatra, cualquiera triunfa, porque el hombre se deleita tanto en humillar la soberbia como en poseer la belleza, pero ¿quién es capaz de permanecer insensible ante la enamorada humilde y suplicante? Ignoro cuánto tiempo tendré que estar en Madrid o en París dijo don Juan . No dónde iré...; en fin, no me voy del mundo.