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Pocos minutos después estaba en la calle, con su lío al brazo, en compañía de Bolina y Tremontorio. Los tres iban cabizbajos, taciturnos y caminando con repugnancia. Casi al mismo tiempo que ellos en la calle, aparecieron en sus respectivos balcones la mujer de Bolina, rodeada de sus nietos, y la del pobre Tuerto, sola, desgreñada y dando alaridos de desconsuelo.

Risas provocativas, ojeadas misteriosas, palabras que parecían de esperanza.... Y poco después, uno por uno, los conquistadores desandaban el camino, cabizbajos y encolerizados, como un perro que se imagina encontrar un hueso y rompe sus colmillos en una piedra. Unas astutas las pequeñas Maxeville; unas malignas, que, faltas de dote, buscan un marido á su modo.

No iban cabizbajos, a fuer de muñidores electorales derrotados, sino llenos de regocijo, con gran cháchara y broma, celebrando a más y mejor la somanta administrada a los borrachines cencerreadores.

Hijos míos, no hay motivo para permanecer así delante de , mudos y cabizbajos, como quien se juzga culpable y demanda perdón. No; no hay que arrepentirse de amar; no, no se debe ofender a la muerta venerada, cuya tumba vemos desde aquí.

Algunos, perezosamente reclinados, leían novelas y fumaban; otros dormían cabizbajos, apoyados en la baranda á la sombra del toldo. Yo disertaba con mis dos compañeros franceses sobre la historia de España, su porvenir, y el destino de ese mundo de fuego el África que nos enviaba sus ráfagas fortificantes.

Mientras hacen ejercicios variados, murmuran: «Quince minutos de ejercicio diarios, y estaréis como una manzanaEn medio, en un largo banco, están sentados los maridos con hijos, y cada uno tiene un niño en brazos. Están tristemente cabizbajos, y todo en su actitud manifiesta una desesperación estilizada.

Los otros oyentes, silenciosos y cabizbajos, no experimentaban menos el encanto de aquellas afirmaciones, que tan audaces resultaban en el ambiente reposado y rancio del claustro. Don Antolín era el único que reía, encontrando graciosísimas, por lo disparatadas, las ideas de Gabriel. Comenzaba a atardecer. El sol había desaparecido tras de los tejados de la catedral.

En los dos meses y pico que éste llevaba de permanencia en Sarrió, los amigos de don Rosendo habían conseguido que prosperase en el juzgado una denuncia contra el alcalde, previa la venia del gobernador de la provincia; habían logrado «tumbar» al administrador de Correos que era del Camarote, y que se resolviese en favor suyo «el problema del matadero». Los amigos de Maza, que andaban cabizbajos y abatidos, recibieron la noticia como una mosca, próxima a morir en el otoño, recibe un tardío rayo de sol. ¡Santo Dios qué calurosos comentarios aquella noche en el Camarote! ¡Cuánta conjetura!

Al perderla de vista no cayó la pobre aldeana exánime sobre las losas del Muelle, porque Dios ha dado á estas criaturas una fuerza y una fe tan grandes como sus infortunios.... Aquella misma tarde, á la caída del sol, atravesaban tío Nardo y su mujer la extensa sierra que conduce á su lugar. Mustios iban los dos y cabizbajos, el uno en pos del otro. Pensaban en Andrés.

Y me da un fuerte abrazo, mientras grita: ¡Lo mismo que don Luis María Pastor! ¡, exclamo yo , lo mismo que don Luis María Pastor! Y en la sala del Español se ha producido un escándalo enorme. En los palcos, en las butacas, en el paraíso protestaban ruidosamente de nuestra expansión; la representación se ha interrumpido, y hemos tenido que marcharnos avergonzados, mohinos, cabizbajos.