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En cuanto a la moral no había motivo alguno para dudar de la fidelidad de Elena, cuyo carácter inocente y afectuoso ella podía conocer mejor que nadie. Y por parte de Núñez bien podía estar segura de que era incapaz de faltar a las leyes de la caballerosidad. Gustavo tenía un temperamento burlón, le gustaba pasar por escéptico y original, pero en el fondo era el honor y la rectitud personificados.

Al hacer su ofrecimiento á Sebastiana en el corral de la casa, había obedecido á los impulsos de una caballerosidad á su manera. Deseaba aparecer ante la marquesa como un individuo distinto á los demás habitantes del pueblo y había ofrecido su protección sin esperanza de que ella la aceptase... Y unas horas después le buscaba. ¿Qué desearía pedirle?...

Alonso Bohorques, Rector del Colegio de San Alberto; Fr. Agustín Velázquez; el P. Fr. Miguel Guerra, y el P. Fr. Gaspar de Cebes, del Orden de San Francisco. Fecha en Sevilla á 2 de Febrero de 1614. D. Rodrigo Ortiz de ZárateTal fué el curioso suceso que las crónicas sevillanas registran, y por el que se ve que todos los caballeros de antaño no eran un modelo en esto de la caballerosidad.

, , estaba enamorada de él, no porque fuese rico como se decía en el pueblo, sino por su figura arrogante, por su caballerosidad, por su bondad, por su esplendidez, por todo, por todo, hasta por aquellas hebras de plata que asomaban en sus cabellos y en su bigote.

Sansón Carrasco no parecía menos iracundo: Mal hicisteis, don Miguel, en divulgar tanta confidencia amistosa y reservada que depositamos en el seno de vuestra confianza y caballerosidad. Mal hicistéis, don Miguel, en contar al público los yerros y debilidades de nuestros mejores amigos.

»Para que lo gocéis, si es que ya estáis en vuestro trono, o para que siga el pleito, si no lo estáis, os dejo un legado que no es cosa mayor. Os doy por curador a mi amigo el Sr. D. Manuel Pez, nuestro diputado, persona a quien conoces y seguramente tendrás por la misma caballerosidad.

Compré también varios juegos de naipes, y me ensayé con ellos, representando «partidas tipos» y resolviendo «casos prácticos», como si jugara al «solitario». Tanto estudié y aprendí que, después de una semana de preocuparme exclusivamente del bridge, llegué a conocer su mecanismo. ¡Eureka! Ya nadie me supondría importuno «jettatore», ¡ya nadie dudaría de mi caballerosidad!

Esos escrúpulos son dignos de tu caballerosidad, maestro queridísimo, pero son infundados... y si abrigas, como me parece comprenderlo, proyectos acerca, de la señorita de Sardonne, no tienes que temer, te lo repito, ninguna rivalidad por mi parte.

Ese franco que piden, contesté yo, no tiene nada de particular; al contrario, es una gabela natural, y lógica. Se trata de la Bolsa, y por simpatía, atacan la bolsa de los curiosos. Te lo voy á decir francamente, repuso mi mujer, y apretó el paso, como si lo que me iba á decir la espolease. «Yo creí que Paris era un pueblo de suma caballerosidad, y de sumo idealismo.

Se les adulaba en momentos de angustia, y se les repelía luego con el pie en nombre de la caballerosidad y la nobleza de alma. Pero un día, el aprovechamiento del vapor cambió la faz del mundo. Casi ha sido en nuestra época: hemos conocido personas que presenciaron esta gran revolución, la más trascendental y positiva de todas.