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Pero, ¿y si Elena no quiere seguir en el convento y vuelve aquí?... Es obcecada y no es posible tenerla siempre encerrada. No, no volverá exclamó alegremente la condesa . Va a entrar a un lugar del que no se sale nunca. Yo no me fiaría dijo malignamente la viuda . El señor de Bergams sabrá adónde está y le proporcionará los medios de salir del convento. ¡Bah!

Cuanto más se acercaban a la aldea, más gente encontraban; pero como Marta se consideraba ya libre del alcance de sus enemigos, no reparó en las miradas de sorpresa de los campesinos y siguió su camino hasta que el guardabosque se detuvo delante de una gran casa y le dijo sonriendo: Señora, ésta es la casa del señor Bergams; ¿puedo volverme a Orsdael?

Cuando llegamos a la aldea en que vive Federico Bergams, el cochero me propuso que atravesáramos el bosque de Muraster para acortar el camino. Yo no acepté porque la obscuridad es intensa, y confieso que no me gusta andar por los caminos apartados, sobre todo de noche.

Me torturo el espíritu para adivinar qué es lo que se propone Marta. ¡Huir de esa manera en medio de la noche! Eso debe ser alguna otra tentativa de Federico Bergams. ¿Elena está en su cuarto? , , la señorita está en su cuarto respondió buscando algo en el bolsillo . Mirad, le habían deslizado esta carta por debajo de la puerta. Quizá esto os explique las intenciones de Marta.

Está bien, mujer. En dos minutos me pongo la blusa y estoy listo. La señora va a casa de Federico Bergams. Eso te parecerá raro, ¿verdad? Nada de eso. Poco me importa donde me mande la condesa respondió el guardabosque, listo para partir. Un momento dijo Catalina . El mensaje que la señora va a cumplir, es un secreto.

¡Qué queréis, Marta; cuando no hay más remedio!... ¿Va ir lejos de aquí? , bastante lejos. Cuanto más lejos, mejor será para vos y para ... De esta modo habrá menos peligro de que el señor de Bergams descubra su paradero. ¿La señorita irá, sin duda, al extranjero?

Una vieja sirvienta abrió la puerta, y preguntó mirando al aya con ojos escrutadores: ¡Ah! es para un testamento. ¿No es eso? Entrad, el notario todavía duerme; voy a despertarlo. Marta le dijo al entrar: Buena mujer, os equivocáis; deseo hablar al joven señor Bergams. ¿Tan temprano? Y en seguida.

La condesa le gritó: Tened valor, Mathys; la situación no es tan desesperada como creéis. Pero apenas estuvo delante de la casa se puso pálido como un muerto, y todos los miembros le temblaban. ¡Demasiado tarde! ¡Demasiado tarde! se decía el intendente, dejando caer los brazos. ¡Allá, por el camino, viene un coche!... Federico Bergams y Marta están sentados en el banco delantero.

Estando en posesión de este documento, no me atrevo a permanecer en el castillo. Mathys y la condesa me lo quitarían por la violencia y hasta cometerían un nuevo crimen, si fuera preciso. Yo sólo soy una mujer y necesito del auxilio de los hombres para defenderme de los enemigos de mi hija. Voy a la casa de Federico Bergams; su tío es notario y él conoce las leyes.