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Era una construcción de un solo piso, toda de madera. Salió a recibirnos un hombrecillo con modesta librea, y la única otra persona que allí habitaba era una vieja, la madre de Juan, el guardabosque del Duque, según averigüé después. ¿Está lista la cena, José? preguntó el Rey. El hombrecillo contestó que todo estaba pronto y no tardamos en sentarnos a una mesa abundantemente servida.

Cuanto más se acercaban a la aldea, más gente encontraban; pero como Marta se consideraba ya libre del alcance de sus enemigos, no reparó en las miradas de sorpresa de los campesinos y siguió su camino hasta que el guardabosque se detuvo delante de una gran casa y le dijo sonriendo: Señora, ésta es la casa del señor Bergams; ¿puedo volverme a Orsdael?

Las sombras eran intensas; los campos y los bosques estaban cubiertos de tiniebla; pero ya una claridad dudosa temblaba en el horizonte; la aurora iba muy luego a aparecer y a llenar el espacio con la luz dorada de una mañana espléndida. En aquel momento, el follaje de las encinas verdes se abría detrás de la casa de Andrés, el guardabosque.

Señora dijo el aya cuya atención se había despertado al oír estas últimas palabras , desearía ir hasta la casa de Catalina, la mujer del guardabosque. Eso me consolaría un poco en medio de mi desgracia.

No ignoraba la excursión matinal de su marido a la casa del guardabosque, sabía el camino que debía tomar a su regreso, ¿cómo podría llevar la ceguedad de la pasión, hasta el extremo de olvidarse de que era probable que pasase por el lugar de la entrevista, a la misma hora que tendría efecto?

Cesó de hablar el guardabosque y dispuse que Tarlein diese orden de vigilarlo cuidadosamente. Pero antes de que se lo llevaran le dije: Si alguien te pregunta si hay un prisionero en Zenda, puedes contestar que , pero si te preguntan quién es cállate.

No hay ningún inconveniente para negaros esa distracción, Marat, pero preferiría que, desde mañana, permanecierais más tiempo en el jardín con Elena; me desagrada el tener que llamaros como ayer casi al caer la noche. Mirad, llevad a Elena a casa del guardabosque. Catalina es una mujer prudente.

Otros dos disparos partieron de la casa del guardabosque, llevándose un jirón de los andrajos del loco, que prosiguió su carrera, repitiendo los hurras con ronca voz y subiendo por el sendero que habían seguido sus camaradas. Toda aquella visión desapareció como un sueño. Entonces Luisa se volvió. Catalina estaba de pie a su lado, no menos estupefacta y no menos atenta que ella.

¡Que se ha quitado la barba! exclamó la madre. ¿Quién te lo ha dicho? Juan, el guardabosque del Duque, que ha visto al Rey. ¡Ah, ! El Rey, señor mío, está de cacería en una posesión que tiene el Duque, ahí en el bosque; de Zenda irá a Estrelsau para la coronación el miércoles por la mañana.

Disculpadme, señor intendente, es muy honroso para la mujer de un pobre guardabosque ir a la aldea así, en compañía de su amo, pero es preciso pasar allá por la pequeña huerta para comprar lino para la cortijera que me espera a las nueve. Está bien, Catalina, os doy los buenos días. Pasado mañana, el aya os hará saber que va a ser la esposa legítima de Mathys.