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El ruiseñor volvió a cantar con timidez, como un artista que teme ser interrumpido. Lanzó algunas notas sueltas con angustiosos intervalos, como entrecortados suspiros de amor; después fue enardeciéndose poco a poco, adquiriendo confianza, y comenzó a cantar, acompañado por el murmullo de las hojas agitadas por la blanda brisa.

Luego, las señoras sostenían en la mano una aguja, y los jugadores corrían para arrodillarse a sus pies, procurando con angustiosos titubeos enhebrar el hilo que llevaban en su diestra. Comenzó a murmurar el público contra la monotonía de estos juegos. ¡El chancho! gritaron muchos . ¡Que pinten el ojo al chancho!

Sensación de lo más dulce que podía soñar, espantoso temor de haberme inutilizado para siempre, angustiosos presagios para lo futuro, sentimiento de humillación por mi vida presente; todo, absolutamente todo, lo conocí, inclusive un inesperado dolor, muy irritante, que se parecía mucho al rudo escalofrío del amor propio herido. Era muy avanzada la noche.

De nada valían las admoniciones amables de Lorenzo y Ricardo, ni los consejos respetuosos de Baldomero, ni los reclamos angustiosos de la propia madre, ni las hondas protestas de invariable y sincero afecto de su novia; Melchor, el bueno, el digno, el honesto, el fuerte, había caído, quizás para no levantarse más.

Las casas dormían, pero detrás de las ventanas cerradas se adivinaba el insomnio de los ojos enrojecidos, la respiración de los pechos angustiosos por la amenaza próxima, la agilidad trémula de las manos preparando el equipaje de guerra, tal vez el último gesto de amor, cambiado sin placer, con besos terminados en sollozos.

La puerta resistía aún al embate del enemigo; pero, en la previsión de que pronto la derribase, Morsamor no vacilaba en defender sin reparo la entrada abierta. A este fin, iba ya a descender al piso bajo del edificio, cuando oyó, en el piso principal, angustiosos gritos y clamores.

Había serias discrepancias entre los doctores más sonados de Madrid sobre si aquellos dolores lentos, profundos y angustiosos, eran simplemente neurálgicos o reumáticos, o acusaban la presencia de un cáncer inextirpable, por lo cual era de suma urgencia que la enferma saliera a tomar estas aguas, aquellos aires y los gases de más allá; y como lo uno estaba en el Pirineo francés, y lo otro en Suiza, y en Alemania y en los confines del mundo lo restante, y, además, era de rigor una detenida consulta con las celebridades médicas de París, la expedición resultaba larga, doblemente por las precauciones y comodidades que exigía el estado lamentable de la marquesa, cuyo médico de cabecera, un hombrecillo ya viejo y de gran experiencia, que la quería mucho, porque casi la había visto nacer, la aconsejaba que tuviera juicio, pues ya estaba en edad de ello; que se quedara quietecita en su casa, limpiándola antes de ruidos y de bambolla; que se acostara tempranito y se levantara tarde; que se curara de la maña inocente de disimular sus vanidades con exigencias de la necesidad, y que no tentara a Dios metiéndose en aventuras como la que iba a acometer, porque ese era precisamente el camino más breve que podía elegir para irse por la posta al otro mundo. ¡Como si callara!

El eretismo y la sequedad de la tos que la caracterizan, son mas incómodas que la debilidad del sistema sanguíneo hace suponer; los enfermos están muy enervados, angustiosos; el sueño no es reparador, el menor ruido incomoda y aumenta la afeccion de la cabeza; la orina es turbia; la tos es seca y casi continua ó por accesos violentos.

Hubo un momento de silencio, de esos silencios angustiosos como el que precede al cañonazo, después que se ha visto la mecha próxima al cebo.

Agreguemos que la cicuta corresponde tambien á este estado venoso abdominal y uterino que produce hemicráneas y sueños angustiosos, y que se manifiesta por dolores hepáticos, por un calor local con presion de dentro á fuera, por tiranteces á lo largo de los vasos linfáticos y venosos de la íngle.