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Actualizado: 17 de julio de 2025


A juzgar por las muestras, debe suponerse que el convite duró todo el dia. Los dos entremeses no dejarian de durar dos ó tres horas; de modo, que cuando tomaran los postres, las entradas debian estar ya en los talones. ¡Con qué reposo lo tomaba aquella buena gente! Cuarta. El Memorial cuenta la historia de un compadre que no se anda en chiquitas.

Algunos se detenían sonriendo al oír el canto tristón y apagado, que parecía salirle de los talones; pero ¡valiente caso hacía él de los curiosos! ¡Como si una alma grande no estuviera, en sus dolores, por encima de la vulgaridad! Y miró al balcón. Ya no estaban allí.

Los soldaditos, pálidos, con la boca apretada, descansando sobre sus fusiles entre las pedradas y los tiros de revólver, daban frente á la gran masa que protestaba contra la romería. Llegaban para guardar el orden, pero sus ojos iban instintivamente hacia la muchedumbre devota, como si deseasen girar sobre sus talones y hacer fuego apuntando á la iglesia.

Rengifo, a quien todos llamaban el enano, por su mezquina estatura, giró sobre sus talones y respondió con enfado: ¿Y por qué no he de ser yo quien medre, e os llame junto a , e os haga mi capitán? Aquel amigo no volvió a presentarse. Ramiro embozose entonces una y dos veces en su propia altivez, y aceptó la soledad, volviendo la espalda.

Cuando el abuelo supo aquella especie de venta púsose á llorar como un chiquillo. ¿Cómo? aquella nieta suya que él no dejaba ir al sol para que su cutis no se quemase, Julî la de los dedos finos y talones de color de rosa, ¿cómo? aquella joven, la más hermosa del barrio y quizás del pueblo, delante de cuyas ventanas muchos vanamente han pasado la noche tocando y cantando, ¿cómo? su única nieta, su única hija, la única alegría de sus cansados ojos, aquella que él soñaba vestida de cola, hablando el español y dándose aire con un abanico pintado como las hijas de los ricos, ¿aquella entrar á servir de criada para que la riñan y la reprendan, para echar á perder sus dedos, para que duerma en cualquiera parte y se levante de cualquiera manera?

Huirían de allí para empezar otra vida, sintiendo el hambre detrás de ellos pisándoles los talones; dejarían á sus espaldas la ruina de su trabajo y el cuerpecito de uno de los suyos, del pobre albaet, que se pudría en las entrañas de aquella tierra como víctima inocente de una batalla implacable.

Vos también le dijo éste, mirándolo y van cuatro. Los otros no importa... poca cosa. Vos sos cumplidor... ¿Cómo está tu cuenta? Falta poco... pero no voy a poder trabajar... ¡Bah! Curate bien y no es nada... Hasta mañana. Hasta mañana se alejó Podeley apresurando el paso, porque en los talones acababa de sentir un leve cosquilleo.

Es un encanto verlos atravesar el patio, persiguiéndose uno al otro, como si tuviesen alas en los talones. Gertrudis corre tan ligera que sus pies apenas tocan el suelo. Sin embargo, Juan es más ágil; por mucho que dure la carrera, siempre la alcanza.

Apenas tiraban el trapo, se echaban a correr llenos de pánico, dándose con los talones en las nalgas, y precipitándose de cabeza por encima de las tablas, sin que el toro se hubiese movido de su sitio. Los banderilleros clavaban los palos en el aire muchas veces; otras en alguna región ignorada del animal.

Hablaron unos momentos de cosas indiferentes, procurando ocultarse su emoción y el abatimiento que los dominaba. Pero cuando Tristán al despedirse quiso darla un beso, Clara se echó hacia atrás con un movimiento de terror gritando: «¡NoDespués se puso roja y bajó los ojos. Tristán la miró largamente en silencio. Luego girando sobre los talones salió de la estancia.

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